La alternativa: cómo ser autónomo
lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
La mentalidad española es muy distinta de la europea. Nuestros mayores no entienden la idea de abandonar el hogar en el que han vivido durante años para ingresar en una residencia, y sólo acuden a ellas cuando no se valen por sí mismos o necesitan asistencia sanitaria permanente, explica Raquel Fabregat, de Forcadell.
Es por ello que en la década de los noventa se ha producido un importante incremento de los servicios domiciliarios, como la teleasistencia, o el servicio de ayuda a domicilio. Así, casi tres de cada cien mayores españoles son beneficiarios del Servicio Público de Ayuda a Domicilio, y 1,48 emplean la teleasistencia pública, según el Imserso.
Además, el 38% de los miembros de este colectivo frecuenta los centros de día para mayores, principalmente mujeres. En total, en enero de 2002 existían 18.639 plazas y 956 centros de día.
También está muy extendido el Servicio de Viviendas Públicas Tuteladas, sobre todo en Extremadura, Castilla-La Mancha, Cataluña y País Vasco. A principios del año pasado había 4.280 plazas de este tipo distribuidas en 396 pisos.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) calcula que, actualmente, ocho de cada diez españoles mayores de 65 años reside en su propia casa. En Madrid, concretamente, existen en estos momentos unas 300.000 pisos ocupados por una persona que supera esta edad, según los datos facilitados por Promayor.
Pero las viviendas no están adaptadas a las necesidades de este colectivo. Es por ello que esta empresa, formada por ingenieros, arquitectos, médicos y terapeutas, entre otros profesionales, ofrece un novesodo servicio que consiste en adaptar las casas a las necesidades de sus inquilinos, un concepto que no sólo es aplicable a los mayores.