Alimentación y salud

Una buena salud es consecuencia, entre otros factores, de una buena alimentación. Los madrileños, en líneas generales, y así lo pone de relieve un reciente informe de la Consejería de Sanidad, no sabemos, o no queremos, alimentarnos bien.

A diferencia de los pueblos subdesarrollados del planeta, que comen lo que pueden, nosotros comemos lo que queremos, que en muchas ocasiones no es lo más conveniente para nuestra salud. La llamada “dieta mediterránea”, que es la que aconsejan los expertos en nutrición, es ignorada por muchos madrileños, que consumen, sobre todo en la infancia, demasiadas grasas, mientras que la ingesta de frutas y verduras es insuficiente.

En la juventud surge la preocupación por el exceso de peso, y se practican dietas adelgazantes, que no suelen tener demasiado éxito, y a la larga pueden resultar perjudiciales. Las estadísticas demuestran que el número de jóvenes que emplean métodos adelgazantes ha aumentado considerablemente en los últimos años.

En lo que respecta al consumo de bebidas en los hogares, el informe pone de relieve el bajo consumo que los madrileños hacemos de aguas minerales, en comparación con otras regiones españolas: 15 litros de media en la Comunidad madrileña frente a 48,7 en el conjunto de España, es decir, un 68% menos. La explicación hay que buscarla en la buena calidad del agua del Canal de Isabel II, que suministra a Madrid.

En cuanto a las costumbres de adquisición de alimentos, la tienda tradicional va dejando paso, en los últimos años, a los supermercados, mientras que los hipermercados apenas si han experimentado variaciones. En cualquier caso, la variedad de la oferta es lo suficientemente amplia como para que los madrileños podamos escoger con facilidad los alimentos necesarios para una dieta sana y equilibrada.

Comer bien puede y debe enseñarse. Las campañas de concienciación en este sentido son útiles y necesarias, porque de ellas depende, en buena parte, nuestra salud.