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Miguel Jara

Una "vía verde" en el corazón de la Gran Manzana

Una vieja vía de ferrocarril, abandonada hace décadas, va a convertirse en un jardín de dos kilómetros y medio.
Nueva York es escenario de esta reconversión y la vía afectada es la High Line, llamada así porque está situada a nueve metros del suelo.

Los autores del proyecto arquitectónico pertenecen al estudio Diller-Sofidio+Renfro y trabajarán codo con codo con los paisajistas del estudio Field Operations. La antigua infraestructura, que apenas fue recorrida por un tren que transportaba pavos congelados, atraviesa el Meatpacking District, una antigua zona de mayoristas de la carnicería convertida ahora en el barrio más fashion de la Gran Manzana.

Clave para llevar a cabo este proyecto y evitar así que este espacio inutilizado se perdiera ha sido la intervención de los vecinos de la zona que crearon la organización Amigos del High Line y consiguieron que el Ayuntamiento, dirigido en la actualidad por Michael Bloomberg, convocara un concurso de ideas.

Los ganadores de esta convocatoria van a construir un camino de una milla y media con losetas de hormigón, rodeado por zonas de bosques, pasto y terrazas para tomar el sol, pantanos y jardines flotantes. “Buscamos preservar la experiencia de transitar entre la vegetación salvaje que habita la vía en la actualidad, pero con los caminos necesarios para hacer viable la visita de miles de personas”, ha argumentado uno de los arquitectos que harán realidad esta iniciativa.

Los puntos de acceso en el High Line se han diseñado como lugares para el acercamiento y el descubrimiento, cortando la gigantesca estructura de acero con escaleras pausadas, rampas y ascensores. Se pretende romper el ritmo frenético de las calles con este espacio concebido para la relajación que se eleva sobre ellas.

La protagonista del proyecto es la naturaleza. Los arquitectos y paisajistas que convertirán en realidad la reconversión de esta infraestructura quieren preservar el actual caracter salvaje de la zona, incorporando también soluciones urbanistas para que las personas y la naturaleza puedan interrelacionarse.

Así, en vez de construir paredes y rejas, se hundirá el camino para peatones en las zonas con bordes peligrosos y se le rodeará con vegetación alta para evitar que los transeuntes se caigan del High Line. “Nuestra estrategia de agritectura combina materiales orgánicos y de construcción para acomodar, de manera flexible, lo salvaje, lo cultivado, lo íntimo y lo hipersocial. Pretendemos con ello, cambiar las relaciones entre plantas y peatones, y dar así una respuesta dinámica a las cambiantes necesidades del contexto con un proyecto concebido para que quede perpetuamente inacabado”, explican los autores.

Ricardo Scofidio ha insistido en el concepto arquitectónico de rehabitar estos espacios. Para él, el objetivo es evitar la influencia comercial sobre el lugar todo lo posible, de manera “simple y natural”. Con este fin, apenas habrá un restaurante dentro de esta infraestructura, de acuerdo con el proyecto que ha concebido.

Los dibujos y maquetas de la iniciativa se muestran estos días en el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York (MOMA), concretamente hasta el 31 de octubre. El Consejo Federal del Transporte le ha dado ya el visto bueno a esta iniciativa, por lo que se espera que para fin de año comiencen las obras. La primera fase estará lista en 2007. El High Line será el segundo jardín elevado del mundo, después de la Promenade Plantée de París, también construida sobre vías de tren abandonadas.
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