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pasaba por allí/Olga Heras

Una quincena de diputados socialistas

Los últimos sondeos realizados para los comicios generales del próximo mes de marzo otorgan entre 14 y 15 diputados al PSOE en la capital

En Ferraz reina el optimismo. Las encuestas que se cocinan en la dirección federal parecen sonreir a los socialistas en Madrid, una circunscripción en la que el PSOE pasaría de los doce diputados de las elecciones generales de 2000 a 14 ó 15 escaños en los comicios de marzo. Alegrías que se han visto matizadas por los desacuerdos y frustraciones que ha generado la lista que encabezará José Luis Rodríguez Zapatero.
La elección del número dos de esta candidatura ha provocado una clara desazón en el líder de los socialistas, que finalmente ha tenido que renunciar a su anhelo de sorprender a propios y extraños, para vender la eficacia en la gestión del designado como el valor electoral más buscado.

La catedrática de Historia de la Universidad Complutense, Mercedes Cabrera, ha sido la solución a ese nudo gordiano en que se había convertido el número dos. Un nombramiento que, al entender de muchos, es un tanto favorable a apuntar en la casilla del guerrismo (no hay que olvidar que la académica trabaja codo con codo con Alfonso Guerra en la Fundación Pablo Iglesias), después de que la cúpula del PSOE optará en los primeros puestos por unos candidatos escorados hacia el lado más liberal del partido.

La lista ha servido, además, para que Zapatero pase la primera factura a Rafael Simancas por la crisis de la Comunidad de Madrid. El cartel electoral con el que el PSOE concurrirá a las generales de marzo se ha convertido así en una secuencia de desencuentros entre las direcciones regional y federal de este partido, colocando, de paso, en entredicho al líder de la FSM, a quien ya se reprocha su incapacidad para imponer a Ferraz los criterios de esta Federación.

Los socialistas madrileños han cerrado filas en torno a los designios del federal, tal y como ocurriera también en la candidatura presentada por Simancas en los anteriores comicios de octubre, pero la procesión va por dentro. El regreso de Almunia (número tres de esta lista), la presencia del incombustible Diego López Garrido o Cristina Narbona (7 y 6, respectivamente, de esta candidatura), amén de la pupila de Caldera, Delia Blanco (9 del cartel socialista), no han sido del agrado de la FSM, aunque lo que ha desbordado la paciencia de la cúpula regional del PSOE ha sido el fichaje “estrella” de Antonio Gutiérrez, cortejado por esta formación desde que abandonara la dirección de Comisiones Obreras.

Si en los pasados comicios generales la incorporación de Gutiérrez a las filas socialistas era un dulce que todos querían saborear, pasado el tiempo, y bajo la premisa de que éste conlleva el olvido, su inclusión en la candidatura de Zapatero se antoja ahora para muchos un aldabonazo electoral carente ya de munición.

Algo de ello debe de haber ante el regocijo con que la dirección de Izquierda Unida ha acogido la aparición de Gutiérrez en el número cinco del cartel socialista. Para parte del PSOE Gutiérrez es una rémora, mientras que para IU el ex secretario general de CC.OO. se ha convertido en un obstáculo insalvable para las aspiraciones de Rodolfo Benito de relevar a Fidalgo en la dirección de esta central sindical.

Podría decirse, por tanto, que el “pase” como independiente de Gutiérrez a las filas socialistas ha hecho carambola en el descontento, algo que IU intentará rentabilizar aprovechando el compromiso expreso de Fidalgo de respaldar electoralmente a la coalición. (La importancia de esta declaración de intenciones, producida en la VII Asamblea Federal de Izquierda Unida, hay que situarla en el hecho de que una gran parte de los afiliados de CC.OO. votan, al parecer, al PSOE a la hora de concurrir a las urnas).

Pero si los primeros tramos de este cartel electoral han sido impuestos manu militari por el aparato de Ferraz, el cupo introducido por Simancas es una muestra palpable del poder que las familias socialistas continúan teniendo en esta Federación. José Acosta ha hecho valer una vez más sus galones como líder de un guerrismo a la madrileña para colocarse en el número diez de la candidatura, aunque sus primeras aspiraciones se centraran en un número siete que le ha sido arrebatado por el antiguo dirigente de Nueva Izquierda.

Siguiendo las sagas familiares, volverán a ser previsiblemente diputado Jaime Lissavetzky y Dolores García Hierro, que “concursan” al hemiciclo en el puesto once y doce de la candidatura de Zapatero, respectivamente, sin olvidar a un Joaquín Leguina (ocho de la lista) que estos días diseña estrategias para el post electoral de marzo. El ex presidente autonómico mantiene esporádicos encuentros, mesa y mantel de por medio (el último fue en la Cava Baja) con los más significados alcaldes socialistas de la región, para tratar de lo divino, lo humano y, sobre todo, de Rafael Simancas, quien tras los comicios de marzo puede verse obligado a hacer algunos giros en su política interna.
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