el periscopio/Rafael Gómez Parra
Gallardón se crece
Alberto Ruiz-Gallardón es la persona mejor colocada en el proceso de sucesión de José María Aznar en la presidencia del Partido Popular
 La política es siempre un misterio y nunca se sabe si el político nace, se hace o lo hacen. La sucesión de Aznar en el Partido Popular va a poner a prueba todos los conceptos que los politólogos tienen sobre carismas, liderazgos, fórmulas de traspaso de poderes y, especialmente, sobre sucesiones. Franco nunca consiguió tener un sucesor, aunque mucha gente viera en Carrero Blanco al líder carismático de la continuidad del franquismo. El atentado que acabó con su vida envolvió su figura en una aureola, pero en realidad Carrero Blanco no era más que un súbdito leal a Franco, lo mismo que Carlos Arias Navarro. Pero tampoco lo consiguió. En la acera de enfrente, políticamente hablando, Felipe González, a pesar de mantenerse casi trece años en el Gobierno. Ni siquiera se puede decir que el dirigente más importante que ha tenido el PSOE de la transición haya intervenido decisivamente en la elección de José Luis Rodríguez Zapatero. No digamos nada del fracaso de Adolfo Suárez, el "héroe de la transición", que no pudo siquiera dar continuidad a su proyecto de la Unión de Centro Democrático. ¿Le va a ocurrir lo mismo a Aznar, o es verdad que el presidente del PP ha aprendido de los errores de los anteriores? Esta es la pregunta que muchos se hacen en los corrillos políticos, y poca gente apuesta a favor de Aznar.
En un principio parecía claro que Rodrigo Rato, vicepresidente segundo y ministro de Economía, era la persona elegida, sobre todo después de los cuatro años de "España va bien" (1996-2000), que llevaron al PP a ganar la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. La destitución de Francisco Alvarez-Cascos en enero de 1999 como secretario general del PP, y su relevo por Javier Arenas, así lo pareció confirmar. Rato tenía el camino trillado, pero enseguida aparecieron otros candidatos: el ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, el presidente valenciano, Eduardo Zaplana, y, sobre todo, el tímido ministro, entonces, de Administraciones Públicas, que pasó luego a llevar Educación y acabó en Interior, para acabar finalmente como vicepresidente encharcado en el chapapote del Prestige. El único que se atrevió a decir claramente en 1999 que, sucesor o no, quería presentar su candidatura en 2004 dentro del PP fue el presidente madrileño Alberto Ruiz-Gallardón. Desde entonces ha pasado de todo: el globo de "España va bien" se ha desinflado con la crisis económica, el aumento de la inflación, el precio de la vivienda y el escándalo de Gescartera, provocando la pérdida de imagen de Rodrigo Rato. El fracaso de Jaime Mayor Oreja en las elecciones vascas y un excesivo empeño en seguir siendo el ministro de Interior ideológico del PP, han ido adelgazando su figura política, que ha terminado por perderse en esa inexplicable "espantá" en el Parlamento vasco cuando se iban a votar los presupuestos presentados por el lehendakari Ibarretxe. Mariano Rajoy se ha mostrado también excesivamente subordinado a Aznar en el caso del Prestige, sin atreverse a poner sobre el tapete ninguna solución que no fuera ordenada por el inquilino de la Moncloa directamente. Zaplana se ha perdido en el Ministerio de Trabajo, aunque es el único que sigue manteniendo el tipo a pesar de todas las dificultades. Y el único que sigue un camino independiente, aunque sin romper con el líder, es Alberto Ruiz-Gallardón que, además, ha sabido incorporar a su candidatura nada menos que a a la esposísima: Ana Botella, algo que ni los más ilusos hubieran podido sospechar hace un año, cuando Gallardón parecía estar entre las cuerdas de su promesa de no volver a presentarse a las elecciones regionales de 2003 y la negativa de su partido a permitirle competir, dentro del PP, para ser candidato a la presidencia del Gobierno en 2004. El presidente madrileño se crece por momentos, aunque nunca se sabe. Convertirse en alcalde de Madrid es una buena palanca para llegar a presidente, pero los comicios de 2004 quedan demasiado cerca. Hoy por hoy, es el mejor colocado.
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