Los suyos, los que mejor la conocen, tanto en su vida personal como pública, afirman que a medio camino entre
Hillary Clinton y
Margaret Thatcher, entre la que puede ser la gran esperanza de los demócratas norteamericanos para desalojar a los republicanos de la Casa Blanca y la que con toda justicia se ganó el apodo de "Dama de hierro" en Gran Bretaña.
La presidenta de la Comunidad de Madrid lleva 22 años en cargos públicos y cinco más en política. Media vida a sus 53 años. En 1989, cuando
Manuel Fraga piensa en nombrar un nuevo sucesor tras su "golpe de mano" contra
Antonio Hernández Mancha, y coloca sobre la mesa la candidatura de
Isabel Tocino,
Esperanza Aguirre lleva seis años como concejala y tercer teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Madrid. Y otros seis más tarde, sigue en el mismo sitio y con sus ojos puestos en el sillón de mando de la Villa y Corte. Ya entonces, y estamos en 1995, se habla en el seno del PP de la conveniencia de cambiar a
José María Alvarez del Manzano, pero el político sevillano demostrará que es más difícil de roer de lo que muchos de sus compañeros creían.
Si su entrada en política se realizó en 1978, dentro de la llamada Unión Liberal, que habían fundado el empresario
José Antonio Segurado y el catedrático
Pedro Schwartz, es
José María Aznar quien va a cambiar su rumbo y de forma tan rápida y fulgurante como inesperada: en 1996 la coloca al frente de la lista madrileña para el Senado, la hace luego ministra de Educación, la convierte tres años más tarde en la primera mujer que preside el Senado, y en un giro que sorprende a todos, en el año 2003 – cuando ella creía que llegaba su hora en el Ayuntamiento de la capital del Reino – la coloca como candidata a la Comunidad madrileña. Gana ese mayo en votos, pero no logra el escaño de la mayoría absoluta frente a la unión del PSOE con Izquierda Unida, y ve como el 10 de junio su contendiente,
Rafael Simancas comienza lo que cree el primero de los pasos que le llevarían a la Puerta del Sol, con todo atado y repartido dentro del centro-izquierda. Se equivocó y
Aguirre dejó en manos de un experto como
Luis Eduardo Cortés la negociación de una de las mayores crisis de la democracia.
Será la repetición de las elecciones tras la deserción de los dos diputados socialistas y la imposibilidad de formar un gobierno estable, en octubre, lo que le permita alcanzar el gobierno. Y desde ese momento hasta hoy, en medio de la debacle inicial del PP y de las largas indecisiones de
Mariano Rajoy para consolidar su liderato interno, su escalada al primer plano de la política nacional, hasta convertirse en referente de los ataques de
Zapatero, de varios ministros, y del número dos del PSOE,
José Blanco. Ese es uno de los rasgos que más la separan de su último adversario en las urnas, el socialista
Rafael Simancas:
Aguirre mira de forma continua al palacio de La Moncloa como algo posible, al alcance de su mano, si se cumplen determinadas circunstancias en los próximos 24 meses.
Simancas, no. El quiere tan sólo tomarse la revancha de lo sucedido en 2003.
La presidenta madrileña sabe, y los suyos, los próximos, los que están en el Gobierno regional y fuera de él, así se lo indican que en caso de una nueva derrota del actual presidente del PP y futuro candidato, el partido, su partido, tendrá que buscar un nuevo líder. Y no hay tantos. Ella, si se mantiene en el poder tras pasar de nuevo por las urnas, salvo que las tensiones nacionalistas adelanten las elecciones generales, será uno de los referentes, tal vez la gran oportunidad de que una mujer se convierta en la primera jefe de Gobierno de España.
Tendrá que competir, llegado el caso (que parece alejarse a la vista de la reacción de
Mariano Rajoy y los dos boquetes que han causado en Moncloa, el Estatut catalán y los asaltos masivos a la valla que separa Ceuta de Marruecos ) con su gran rival en Madrid, que no es otro que el alcalde
Gallardón. También obligado a ganar y a "volver a acercarse" a la ortodoxia del partido. Y apenas a otros dos presidentes autonómicos, con "gancho" y experiencia suficiente para disputarla ese puesto: el valenciano
Francisco Camps, y el balear
Jaume Matas. Más el primero que el segundo tras sus recientes éxitos políticos, culturales y deportivos con el Estatuto valenciano, el Palau de las Artes y la Copa América. El resto es pura entelequia, incluidos aquellos que "apostarían" por una solución tipo
Zapatero y buscarían a un joven parlamentario entre las filas del PP para convertirle en líder.
Menos dura que la
Thatcher y menos liberal que
Hillary, insisten los que la conocen desde que decidió dedicarse a la política con 26 años y dejar el puesto de Técnico en Información y Turismo, en el que había contado con el apoyo de su primo
Ignacio Aguirre, tan entusiasta de los medios de comunicación y el buen vivir como de los toros.
La presidente madrileña es una mezcla hispana del liberalismo económico y la santificación del mercado con que se despidió el inquieto siglo XX de la mano de la llamada "escuela de Chicago"; y una suerte de democracia cristiana acunada en el laicismo que sale del Concilio Vaticano II. Esa tarta ideológica estaría culminada por la esencia monárquica que le da toda la familia que le rodea, marido, hijos, tíos, cuñados, primos y más antepasados incluidos. Las gotas de "british" vienen del bachillerato.
Esperanza Aguirre ya ha demostrado que tiene buena cintura, para vestir y para girar en un baldosín, como si de un chotis se tratara. Bien apoyada en la estructura central del PP no dudó en enfrentarse al díscolo y heterodoxo
Ruiz-Gallardón por la presidencia del partido en Madrid, y derrotarle en toda regla. Y no ha dudado en distanciarse con sutileza del mensaje conservador en cuanto a usos y costumbres de la dirección de los populares a la hora de abordar el tema de los matrimonios homosexuales. Como no ha dudado en crear una Consejería para la inmigración y colocar en ella a una mujer joven y liberal, por supuesto, para acercarse a ese granero de futuros votos que parecía sólo al alcance de los socialistas.
Bien es verdad que para todos esos movimientos tiene a unos eficaces, leales y duros segundos, desde los dos vicepresidentes,
Ignacio González y
Alfredo Prada, a su jefe de Gabinete,
Regino Garcia-Badell, y más en la distancia a otro joven que prefirió jugar la carta de un previsible Gobierno de
Mariano Rajoy antes que aterrizar en Madrid, y que ahora lleva el día a día de FAES,
Javier Fernández Lasquetty.
Luego están los afectos personales y familiares, como los que la unen al consejero de Economía,
Fernando Merry del Val, y la consejera de Hacienda,
Engracia Hidalgo, y la asesora
Angeles Alarcó; o municipales como
Luis Peral,
Ignacio Echeverría o
Eduardo Larraz; o de "equilibrios políticos" en el seno del PP, por donde aparecerían
Juan José Güemes,
Isabel Mariño y
Francisco Granados. Un mundo amplio que la propia
Esperanza se ha encargado de abrir más y más hasta "meterse" a fondo en los apoyos sociales más cercanos al PP como pueden ser las organizaciones empresariales y los propios empresarios, a nivel nacional y a nivel madrileño, algunos de los cuales no dudan en pedir el voto para ella a todos sus asociados.
Una de sus grandes aficiones, el golf, le permitió "dar clases" a
Ana Botella. Y su pasión por los medios de comunicación, contratar a
Isabel Gallego. Y si los llamados liberales florecen por los cuatro costados en la administración madrileña, otro tanto cabe decir de las mujeres, desde
Concepción Dancausa a
Lucía Figar, pasando por
Cristina Cifuentes,
Anabel Mariño,
Patricia Flores,
Isabel Martínez Cubells o
Carmen Alvarez-Arenas.
El sábado, ocho de octubre, la Reina asistía en Valencia al concierto inaugural del majestuoso Palau de las Artes diseñado por Calatrava. En el largo coctel posterior y antes de que el presidente
Camps terminara "cenando" con el ex-ministro
Michavila en un discreto restaurante de la capital valenciana mientras sus dos "brazos armados",
Gerardo Camps y
Esteban González Pons, se convertían en el centro de las felicitaciones, ya con
Eduardo Zaplana alejado de los focos, todos los corrillos terminaban en los mismos cuchicheos y murmuraciones: ¿Y si
Mariano no llega…? Casi todas las respuestas llevaban a dos nombres, no únicos pero sí con enorme ventaja respecto a los demás:
Espe Aguirre y
Paco Camps. Ya sabe ZP por dónde pueden ir los tiros.
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