Gema Fernández
'Requiem in pace'

El conocido epitafio latino podría situarse en más de una de las obras ahora en marcha en todo el territorio español. Ya sea porque existe mucha subcontratación en el sector constructor, porque cada vez hay más demanda y existe poca mano de obra especializada, por lo que se ‘echa mano’ de inmigrantes y trabajadores sin formación, o porque los propios obreros prescinden de las medidas de seguridad básicas, como el casco, los guantes o los arneses, lo cierto es que la presencia de la famosa imagen de la muerte como una dama vestida de negro y con una guadaña en la mano se cierne continuamente sobre los obreros de la construcción.
Desgraciadamente, los datos lo demuestran. Según Comisiones Obreras, cada año fallecen en nuestro país una media de 300 trabajadores de la construcción, uno de los sectores más castigados por la siniestralidad laboral. De hecho, en los trece primeros días laborables de 2005 este sector ya suma 18 muertos, diez de ellos fallecidos en un sólo accidente ocurrido hace unas semanas en Burgos.
La temporalidad, que alcanza una tasa del 59% en el sector y que se eleva al 88% en los ‘tajos’, así como la subcontratación, no ayudan a solucionar este grave problema, porque supone la pérdida de vidas humanas, a pesar de que el Gobierno y los sindicatos están haciendo todo lo posible por conseguir atajarlo. Pero se trata de una labor de todos, incluidos los propios trabajadores y, por supuesto, los empresarios del sector.
Hay que tener en cuenta que actualmente existen en España unas 324.000 empresas que operan en el sector de la construcción, una actividad que da empleo a 1,8 millones de trabajadores por cuenta ajena y a más de 350.000 autónomos. Sin embargo, y a pesar de ser uno de los motores del crecimiento económico, este sector también se caracteriza por dar refugio a la economía sumergida, con bajos costes laborales, alta precariedad en los contratos y baja cualificación, según denuncian desde CC.OO.