Viviendas

Pero en nuestros días se puede ir más lejos con su definición, puesto que se ha convertido en un verdadero arma arrojadiza entre los partidos políticos con el fin de conseguir más votos cuando llegan las elecciones, en este caso autonómicas y municipales. El problema es que algunos se quedan en las meras promesas que, lo normal, es que vayan con una explicación de cómo se va a conseguir hacer tal número de viviendas o cómo se van a financiar por parte de las administraciones. Es muy fácil hacer promesas pero muy difícil cumplirlas. Es algo que les suele pasar a los partidos en la oposición que quieren alcanzar el poder: se lanzan mensajes muy llamativos sobre las viviendas que ellos harían si estuvieran en el gobierno pero, detrás de esas propuestas, no hay nada más. A lo mejor, cuando alcancen el gobierno sí consiguen llevar a buen fin esas propuestas pero, de momento, generan una duda razonable entre los agentes que intervienen en el sector y que conocen de verdad los problemas y las necesidades que existen.
En los últimos meses del pasado año y primeros días de éste, la vivienda ha representado este papel en el juego político, pero temas como el Prestige o el conflicto de Irak la ha llevado a segundo plano, porque parece que estos temas se rentabilizan mejor a la hora de las votaciones. Son temas importantes, nadie se lo niega, pero los ciudadanos a la hora de ejercitar su derecho a voto, sobre todos en elecciones locales, tiene muy en cuenta el trabajo desarrollado en los cuatro años anteriores y los programas que le presenta cada partido o el nombre del candidato. A lo mejor, alguno se lleva una sorpresa cuando se conozcan los resultados.