Castigo papal contra Aznar

Suponiendo que para ese momento las tropas norteamericanas y británicas hayan tomado Irak y hayan derribado a Sadam Hussein, la llegada del Papa puede incidir en las víctimas que cada día son más numerosas. "El papa no ha excomulgado a nadie por su postura en la guerra de Irak, pero podría hacerlo", afirmaba el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco a la pregunta de si Juan Pablo II podría lanzar un anatema contra Aznar y otros políticos católicos que apoyan a Bush. Es lo que le falta al presidente español para pensar que hay una conspiración contra él, de la misma manera que Felipe González llegó a creerse que todos su problemas eran debidos a conjuras y no a sus propios fallos.
El Papa, a punto de cumplir 84 años, con la espalda doblada, no parece muy dispuesto a hacer concesiones a nadie y menos que a nadie a los de derecha. Los militantes populares que tanto vitorearon a Wojtyla cuando era uno de los arietes de la lucha contra los países socialistas del Este de Europa, no tienen capacidad para neutralizar las duras condenas que está haciendo contra la guerra de Irak. Aznar intenta simplemente hacer como que la cosa no va con él. Los ministros de Justicia, Michavila, de Interior, Acebes, y de Defensa, Trillo, que se disputaron el honor de acudir a la canonización del fundador del Opus, Escrivá de Balaguer, hace unos meses en Roma, están más preocupados por lo que pueda pensar de ellos el presidente Aznar, que lo que diga el Papa. Pero la procesión va por dentro.