GALICIA.- 06/03/2007 Las segundas residencias en el litoral de Lugo disparan su precio
lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
El boom inmobiliario ha hecho acto de presencia en el litoral de la provincia de Lugo en forma de incremento desmesurado en el coste de las edificaciones, tanto que los chaléts de lujo pueden llegar a costar hasta 800.000 euros lo que sitúa esta zona al mismo nivel que Sanxenxo, en Pontevedra.
No hay duda de que la costa gallega siempre resultó un lugar ideal para los inversores inmobiliarios. Un paisaje de ensueño, playas casi vírgenes, poblaciones pequeñas y poco masificadas, y una gastronomía que hace las delicias de cualquiera, se convertían en algunos de los atractivos del litoral. El único área en el que la "marbellización" había llegado era la zona de Sanxenxo, en Pontevedra. Sin embargo, la proliferación de urbanizaciones y edificios en esta parte de la provincia pontevedresa hizo que los constructores miraran hacia otros lugares menos habitados.
Es así como se inició el boom de espacios como la Mariña lucense, donde las casas se cotizan ya como las de las Rías Baixas. De esta forma, un chalét de lujo a veinte metros del mar supera los 600.000 euros, y alguno alcanza la astronómica cifra de 805.000 euros. Por su parte, el precio que alcanzan los apartamentos oscila entre los cien mil y los 150.000 euros, según el número de habitaciones de que disponga, además de si cuenta con garaje y trastero. En la localidad de Barreiros se están construyendo en un terreno de 40.000 metros cuadrados, un total de 54 chaléts de lujo cuyo coste varía entre los 588.000 y los 800.000 euros.
Y no son las únicas edificaciones que se levantarán en los próximos meses si tenemos en cuenta que en este municipio se han emitido 2.500 licencias, incluso después de que la Consellería de Política Territorial suspendiese el plan urbanístico del Ayuntamiento. Además, en el resto de los municipios costeros, que se incluyen dentro de lo que es la Mariña, el Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia visó 7.296 viviendas en 2006, y se concedieron ocho mil licencias.
En muchos de estos casos, a pesar de contar con la licencia de obra correspondiente, son edificaciones ilegales puesto que no disponen de un acceso a una vía pública, sino que el promotor se limitó a construir una de tierra que enlaza con ella, como denuncian grupos ecologistas como Adega.