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EL PATRIOTISMO ESPAÑOL

Carlos Malo de Molina

España, sin duda, tiene un déficit patriótico, lo que significa que, en comparación con los países de nuestro entorno y del mundo en general, no hay una exaltación de los valores y símbolos del Estado español.

Esta situación viene generada por cuarenta años de dictadura que reivindicaron el patriotismo como elemento clave de nuestro desarrollo, y por la fuerza de los nacionalismos, en algún caso radicales, que confrontan la defensa de su territorio con el resto del Estado español.

Esto último ha sido cultivado, posiblemente de forma ingenua, por la mayoría de los españoles, que entendían las reivindicaciones de los nacionalistas como un elemento de integración en España y no como un elemento desintegrador, cuestión que está pasando de forma clara en casos concretos.

En este sentido, el español expresa poco apoyo a los símbolos de España a pesar de que en su sentimiento interno se considera fuertemente español.

Incluso en determinadas Autonomías con fuerte presencia de grupos nacionalistas este sentimiento es mayoritario, basta como ejemplo el que la mayoría de catalanes y vascos se consideran españoles, aunque los hay que se pueden considerar más catalanes o vascos que españoles, sin dejar de ser españoles.

En esta complicada trama cultural, nos queda como símbolo del patriotismo español las competiciones deportivas. En este sentido cabe remarcar las Olimpiadas del 92 que fueron un continúo y vibrante canto a favor de España.

Comienzan dentro de unos días los mundiales de fútbol y alrededor de los mismos este fenómeno se repetirá. Desde los partidos políticos, al igual que desde el Gobierno o la Oposición, ya sean estos nacionales o autoómicos, se intentará treasladar a los ciudadanos la idea de que el éxito o el fracaso de los futbolistas tienen mucho o nada que ver con las decisiones del Ejecutivo. Ya se sabe que la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana.

Abordar un proceso electoral o un referendum como el previsto en Cataluña, se hace de muy distinta manera según esté el inconsciente colectivo tras un buen o mal resultado deportivo.

En estas últimas semanas, hemos visto igualmente como se vive este sentimiento en las victorias de Alonso en Formula 1, de Nadal y otros tenistas en los distintos torneos internacionales en los que juegan. En el ciclismo sucedió con el ejemplo de Indurain en el Tour de Francia durante cinco años, y en sentido contrario ante los escándalos de dopaje de los últimos días. La sociología deportiva se parece y mucho a la política. Ambas caminan de la mano.
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