- La T-4 de Barajas se inaugura en enero, ¿qué supone para usted?- Estamos rematando una operación que comenzó hace diez años, en febrero de 1996, cuando se convocó el concurso. Esta década ha pasado rapidísimo. Por un lado soy feliz viendo el resultado de algo cuya gestación presencié desde sus inicios, pero por otro es una sensación agridulce, porque ha ocupado una parte importante de nuestras vidas y ahora se termina. Es como si un hijo se fuera de casa.- ¿Está Madrid preparada para estrenar una nueva terminal?- Más que estar o no preparada, diría que lo necesita. El actual aeropuerto de Barajas está saturado. Hace diez años se tomó la decisión de ampliarlo con urgencia y esa urgencia se mantiene hoy. Ya se ha abierto el campo de vuelos. Lo único que falta es rematar una terminal que doblará la capacidad de las actuales instalaciones.- Parece difícil de creer que no se haya podido hacer antes...- Un aeropuerto es difícil de planificar y de construir, no sólo por el volumen de inversión sino también por la complejidad de la operación. Es una decisión que hay que sopesar. Al principio se pensó que la demanda no subiría tanto y Madrid se quedó atrás con respecto a otras ciudades europeas, que impulsaron la renovación de sus aeropuertos. Incluso dentro de España las obras de 1992 con motivo de las Olimpiadas y la Expo hicieron que Barcelona, Sevilla, Málaga, Bilbao y Palma de Mallorca modernizaran sus instalaciones antes de que lo haya hecho la capital.- ¿Qué otras asignaturas pendientes tiene Madrid?- Le falta una visión global y una estrategia de ciudad. Creo que en los últimos 50 años no se han hecho las cosas como se debería. Madrid tiene muchos temas por resolver que no sólo afectan a la arquitectura y al urbanismo. Hoy se están acometiendo grandes obras de infraestructuras, que sin duda contribuirán a mejorar la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes, pero se han hecho sin un periodo de debate suficiente. Un ejemplo es la M-30. Y otro, los nuevos PAUs. Se han creado nuevos barrios con una baja calidad arquitectónica y medioambiental.- ¿Cómo valora los nuevos desarrollos residenciales?- Son un efecto no urbanístico y no arquitectónico. Se trata de una urbanización con un diseño y una arquitectura vulgares. Es un problema de todos. No es una crítica sino más bien una autocrítica. - ¿A cuántos concursos se presentan cada año?- Nos presentamos a una media de diez cada año, de los cuáles solemos ganar uno o dos. Pero queremos doblar la cifra. Nuestro objetivo para 2006 es presentarnos a 20 concursos: quince fuera de España y cinco dentro. Tenemos una vocación cada vez más internacional. En España sólo acudimos a concursos por invitación o a los que nos interesen por algo concreto. La competencia es dura.- ¿Apuestan por la especialización en la arquitectura?- Un estudio grande no puede especializarse porque el mercado no respondería bien, y más aún en un país como el nuestro, donde tienes que saber hacer de todo.- ¿Cuáles son los objetivos del estudio fuera de España?- Queremos ser muy activos en China, donde nos presentaremos a entre cinco y diez concursos. También acudiremos a México y a Polonia. Además, estamos abiertos a los encargos. En un año podemos trabajar en unos cuarenta temas, de los cuáles la mitad son concursos públicos y el resto, encargos.- ¿Son mejores los proyectos de obra pública o privada?- Lo mejor es un equilibrio. Quizá la pública invierta más en calidad, pero eso no significa que la privada no la tenga. A través de la pública puedes hacer obras que serían impensables desde la privada. Si se puede elegir, interesa la pública. Nuestros grandes proyectos han sido públicos, como las terminales de Barajas o Varsovia.- ¿Existen paralelismos entre la T-4 de Barajas y la T-2 de Varsovia?- Son muy diferentes. La T-2 de Varsovia es una terminal unida a otra ya existente. En cuanto al tamaño es la octava parte de la de Barajas, con 100.000 metros cuadrados. El presupuesto es de 200 millones de dólares frente a los 2.000 millones de Barajas. En diseño, no tienen nada que ver. Además, la obra de Varsovia la hacemos solos y la de Madrid, en colaboración con Richard Rogers. Nuestra relación durante el proyecto ha sido excelente. Hemos sido una piña, y hemos conseguido trabajar como un único equipo.- ¿Qué características tendría que cumplir la ciudad ideal?- Hace varias semanas viajé a Lisboa y me gustó por su equilibrio: mar, zonas verdes, avenidas grandes, espacios urbanos interesantes y bien emplazados, relación entre plazas y calles, alturas equilibradas y un núcleo antiguo urbano y peatonal. Creo que lo ideal sería una ciudad limpia en la que el coche no sea el dueño del espacio y donde se pueda pasear, donde el mobiliario urbano esté ordenado y la señalización bien resuelta y donde la calidad arquitectónica sea importante, original y de interés. Yo cogería un trocito de Lisboa, uno de Ginebra, uno de Barcelona y un gran trozo de Roma, y con todos ellos haría un collage.- ¿Es difícil integrar épocas y estilos en Arquitectura?- Depende. Cuando la Arquitectura es buena es fácil la integración. Es un problema de disciplina y planificación. A veces se planifica al revés y las calles se ensanchan cuando ya no queda más remedio.- Hay quien dice que la Arquitectura se está deshumanizando... - La Arquitectura cambia, pero siempre será por y para el hombre. Lo que ha sucedido es que los procesos han sido demasiado rápidos y no se han pensado bien. Así, dejan de ser Arquitectura para convertirse en construcción. Eso es lo que ha pasado con las viviendas de las afueras. La deshumanización se produce cuando el hombre pasa a ser algo marginal y lo que se busca es hacer negocio.ASI LO VEOViajes, 10 - Televisión, 0. Viajar es una de sus grandes aficiones aunque reconoce que últimamente ha viajado más por trabajo que por placer. Su familia ocupa su tiempo libre y se considera afortunado por no dedicar ni un minuto de su vida a ver la televisión. Entre sus destinos favoritos figuran Roma, México D.F, Buenos Aires, Nueva York, Fez y Lisboa. Berlín es su visita pendiente. “Siempre la estoy guardando para una ocasión especial”, confiesa.
El mañana es hoy. Le preocupa el futuro arquitectónico y urbanístico de las ciudades, pero también el medio ambiente. No en vano, su padre, Antonio Lamela, ha sido pionero en la inclusión de criterios sostenibles en la arquitectura. A su juicio, la “esquilmación paisajística” que se está llevando a cabo en las zonas costeras españolas no tiene vuelta atrás y hace una llamada a la reflexión. “¿Qué clase de ciudades queremos que disfruten nuestros nietos?”
De blanco. Todos los trabajadores del Estudio Lamela visten con bata blanca. Es una de las características peculiares que perdura hoy día en sus oficinas, más por tradición que por su utilidad. Su origen se remonta a las normas de higiene que Antonio Lamela impuso cuando fundó el estudio. El color blanco también es un imperativo en la afición futbolística tanto de Lamela padre, como de Lamela hijo. “Somos muy madridistas”, asegura Carlos.
ASI SE VEPor vocación, familia y afición. Nació en Madrid en 1957 y estudió arquitectura en la Escuela de Arquitectos de la capital. Completó su formación en la Universidad Internacional de Arte de Florencia (Italia). Desde que era pequeño se implicó en el día a día de los arquitectos. Le gustaba el dibujo, cuya técnica llegó a dominar, y las visitas a las obras y al estudio. La influencia de su padre hizo que ni se plantease no ejercer la profesión.
¿Arquitecto o empresario? Se considera más arquitecto que gestor, aunque el hecho de ser el máximo ejecutivo del estudio hace que la organización le ocupe una gran parte de su trabajo. Asegura que se ha formado como empresario a base de ”tropezones y coscorrones“ y que, aunque no le disgusta llevar a cabo este tipo de labores organizativas, es hablando de arquitectura o discutiendo un proyecto cuando se siente como pez en el agua.
Como tocar el cielo. Trabaja una media de once horas diarias porque la arquitectura es su vida. Habla de los proyectos del estudio con pasión. Afirma que una de las cosas que más valora es la calidad en el trabajo y el hecho de disfrutar con los remates de una obra bien acabada. Algo que, a su juicio, se ha conseguido en la nueva terminal de Barajas. Entre sus proyectos de futuro no descarta cumplir uno de sus sueños, que es construir un rascacielos.
MUY PERSONAL- ¿Es gestor o arquitecto?- Arquitecto. Mis obligaciones como máximo ejecutivo del estudio me hacen ser gestor al mismo tiempo. No me disgusta, pero me siento más a gusto hablando de arquitectura.
- ¿Siempre quiso dedicarse a la arquitectura?- De pequeño quise ser bombero o astronauta, como cualquier niño, pero con doce años me empezó a interesar la profesión. Siempre estuve próximo a la labor de mi padre. Me divertía visitar con él las obras y además se me daba bien el dibujo.
- ¿De qué proyectos se siente especialmente orgulloso?- De muchos. Sería difícil elegir. Entre los no construidos, por ejemplo, la sede de Telefónica, que no se realizó por el cambio en su directiva, y entre los construidos, el Bernabéu, la Ciudad Deportiva y la terminal de Barajas.
- Si soñase en voz alta, ¿qué le gustaría construir?- El sueño de cualquier arquitecto es que su proyecto esté bien construido, que pueda disfrutar con los remates. En cuanto a las grandes obras, uno de mis sueños pendientes es construir un rascacielos.
- Supongo que viaja a menudo, ¿qué ciudad le ha sorprendido?- Me llama la atención la calidad arquitectónica y la vitalidad de México D.F. También Buenos Aires y Nueva York. En Europa, Roma es para mí la ciudad más bonita del mundo. Y de Africa, destacaría Fez, que es un reducto del pasado, a pocas horas de viaje de España.
- ¿A qué compañeros admira?- Al colectivo. Jóvenes, mayores... todos tienen algo que enseñar. Es admirable el talento que ha habido y que todavía hay en nuestro país.
- ¿Una profesión denostada?- No. Quizá está algo infravalorada por los promotores. Creo que deberíamos influir más en el desarrollo urbanístico de las ciudades.