A palos con el invitado
El suyo iba a ser un viaje apacible, pero acabará en bronca monumental. No sucede cada día que el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos revoque un visado extendido a un académico de nacionalidad suiza, contratado para dar clases en una de las principales universidades de Norteamérica. Pero ocurrió.
El 28 de julio de 2004, las autoridades norteamericanas cancelaron el visado a Tariq Ramadán, el intelectual musulmán, de nacionalidad suiza, que esta semana será recibido en Madrid con todos los honores, para que hable en favor de la Alianza de Civilizaciones que promueve el presidente Zapatero. ¿Se volvieron locos los norteamericanos? ¿Invitan los españoles a un heraldo del terrorismo?
Para quien no esté todavía al tanto, debo aclarar que La Fundación Atman para el Diálogo entre Civilizaciones, un think tank estrechamente vinculado al Grupo Prisa y al equipo del presidente Zapatero, trae esta semana a Madrid como ponente destacado a Tariq Ramadán, el catedrático de Estudios Islámicos que tiene prohibida la entrada en Estados Unidos y Francia por haber justificado los ataques terroristas del 11-S en Nueva York, asegurando que se trataba de "objetivos legítimos".
Entre las eminencias que intervendrán en el Encuentro Atman 2005 están Felipe González, el ministro Miguel Ángel Moratinos, la ministra Carmen Calvo y hasta el periodista Juan Luís Cebrián. Todos ellos rodeados por personajes como la concejal Pilar Estébanez, el teólogo Juan José Tamayo, el magistrado Martín Pallín, la escritora Rosa Regàs y las profesoras de estudios islamistas Ana Planet y Gema Martín Muñoz. La Fundación Atman la preside Farshad Zandi, máximo ejecutivo de Trade Petroleum, quien es de nacionalidad iraní y paga las facturas.
No tengo el placer de conocer personalmente a Ramadán. He leído uno de sus libros, he escuchado bastantes de sus discursos, he repasado sus artículos y he buceado a conciencia en ese océano de información que es la Red.
Después de esa agotadora labor, he llegado a la conclusión de que se trata de un personaje peligroso. También, que es un tipo fascinante.
Tariq Ramadán es un ídolo para buena parte de esos millones de jóvenes musulmanes, que andan desparramados por Europa y se han convertido carne de cañón para Al Qaeda y en el objetivo sociológico de los incendiarios clérigos islámicos que odian a los infieles.
La pregunta clave y el motivo del debate que enfrentará estos días a PSOE y PP, a periódicos de distintas tendencias y a tertulianos de diferente calado, es si Ramadán es sólo un intelectual iluminado que busca la vía de un Islam moderado, adaptado a Occidente o se trata por el contrario de un profeta del terrorismo con verbo suave y maneras educadas.
La respuesta a esa pregunta es determinante, porque si se trata de lo segundo habría que detenerlo y abrirle proceso judicial, como hizo el juez Garzón con Pinochet y si se trata de lo primero, bien esta que los agasajen, le paguen el hotel y lo inviten a cenar.
En sus escritos, Ramadán no quiere definirse de otra manera que como "un musulmán europeo", parecido a esos jóvenes de la segunda o tercera generación a quien se dirige.
Hay que reconocer que se trata de una hábil forma de definirse, pero para no picar a la primera, les detallo aquí algo de lo que he encontrado en Internet, en el resumen de uno de sus propios libros. Detalla en el texto Ramadán, que su padre impuso a cada uno de sus seis hijos un "símbolo".
El más joven -él- recibió el nombre de Tariq Ibn Ziyad, el jefe musulmán que conquistó España en el siglo VIII y dio su nombre a Gibraltar (ÿabal at-Tariq). Explica, tratando de convencer, que en la memoria familiar el nombre de Tariq no tiene este acento bélico, sino que significa simplemente el luto por el regreso, por la implantación definitiva en el corazón de Europa.
Con esos antecendentes y después de lo que nos pasó el 11-M, yo no le hubiera invitado.