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Alfonso Vázquez Fraile/ presidente de la Confederación de Cooperativas de Viviendas de España (Concovi)

Cooperativas y gestoras

La gestión profesionalizada ha perfeccionado la promoción de viviendas en régimen cooperativo. El cooperativismo en general, y especialmente el de viviendas, padecían el síndrome del voluntarismo. Se creaba una cooperativa y el grupo fundacional designaba presidente ejecutivo al titular del órgano en que nacía: parroquia, ayuntamiento, sindicato, colegio profesional, asociación, etc., y así al frente de una promotora se encontraba un párroco, un alcalde, un líder sindical, un presidente de un colegio o asociación; muy honrado, muy prestigiado en su función, con una capacidad de servicio ilimitado, pero que no tenía idea de promocionar viviendas.
Y así ocurría que las complejas tareas y trámites del proceso producían unos resultados distintos a los proyectados inicialmente en numerosos casos.

A partir de la década de los sesenta, el incremento del cooperativismo de viviendas fue espectacular, y de ahí la necesidad de profesionalizar la gestión. A tal fin, se institucionalizó legalmente la dirección gerencial, se fomentó la capacitación a través de cursos por los centros de formación, creados para tal fin, se creó la primera asociación de gestores, etc.

Pero las circunstancias hicieron conveniente que la gerencia fuera colegiada, y así surgieron las gestoras. Y su vinculación a las cooperativas, que al constituirse, y tras designar su consejo rector por acuerdo de la asamblea general de socios, convenía la contratación de los servicios gerenciales con una gestora de reconocida solvencia. Los resultados han sido positivos.

Las dificultades han surgido, cuando algunas gestoras, faltas de “clientes”, han promovido sus propias cooperativas de “arriba a abajo”, designando un consejo rector afín, y captando a los socios adjudicatarios de las viviendas por medios publicitarios o buzoneo; en muchos casos sin la preparación suficiente, reproduciéndose “el voluntarismo de los gestores”, y generando unos competidores desleales de los promotores inmobiliarios, creando recelos y cautelas en la opinión ciudadana, en los medios de comunicación, en las administraciones públicas y en las entidades financieras, generando un desprestigio del sistema.

Felizmente, en estos momentos existe una única asociación de gestoras: Gecopi, preocupada por superar el problema apuntado a través de la formalización de un código deontológico y de incrementar la capacitación profesional y formación cooperativa de sus miembros.

La Confederación de Cooperativas de Viviendas de España (Concovi) mantiene magníficas relaciones con Gecopi, pero esta última encuadra a ciento y pico gestoras, cuando existen unas seiscientas, por lo que cerca de quinientas actúan como “ruedas locas”, sin control alguno. De ahí que Concovi, único órgano federativo representativo del cooperativismo, pugne por elevar el rango del código deontológico en proyecto en una norma que prestigie y garantice a las gestoras, dotándolas de un estatuto legal, con un registro donde se inscriban todas y se puedan localizar, y de los requisitos necesarios para que estas sociedades instrumentales de las cooperativas contribuyan con su función a consolidar el movimiento cooperativo de viviendas.
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