Villa y corte/Alberto Delgado
Aparcamientos
Una reciente encuesta sobre aparcamientos privados en España señala que buena parte de ellos presentan deficiencias en su estado de conservación y limpieza. Madrid no es una excepción. Pero en la capital, además de que el espacio marcado para cada vehículo suele ser demasiado justo para coches medianos y grandes, los aparcamientos son caros y, en muchos casos, sus tarifas no corresponden al tiempo realmente empleado, sino que el usuario paga más, a veces casi el doble, de lo que le correspondería de haberse computado correctamente su tiempo.
Un ejemplo es lo sucedido a un conocido el pasado sábado. Había comprado tres días antes en una conocida tienda de confección una camisa que le quedaba larga de mangas. Pagó tres euros por el arreglo, y en la mañana del sábado, utilizó el aparcamiento del edificio ABC de Serrano, para más señas, exactamente diez minutos, el tiempo empleado en tomar el ascensor, dirigirse a la caja del establecimiento, y recoger la camisa arreglada. Pues por esos diez minutos de aparcamiento tuvo que pagar dos euros, es decir, 333 de las antiguas pesetas, casi lo mismo que el arreglo de la prenda. Y es que, en ese aparcamiento, como en otros muchos, se paga por horas completas, aunque el tiempo de utilización sea mucho menor. Esto nos parece, sencillamente, un abuso. En otros, el cómputo es por medias horas, lo que es más justo, aunque lo ideal es que cada usuario de aparcamiento pague por el tiempo realmente utilizado.
En manos del Ayuntamiento está solucionar un problema que afecta a muchos usuarios que utilizan el aparcamiento para una estancia corta cuando no encuentran un hueco para aparcar correctamente en superficie, lo que cada vez es más difícil. Como premio por cumplir con las normas, se encuentran con unas tarifas que casi parecen multas.
Se habla mucho, y se hace poco, de los aparcamientos disuasorios a la entrada de la ciudad, que brillan por su ausencia. Pero estos aparcamientos privados puede que sean un negocio para sus propietarios; para los automovilistas, como no se corrijan los abusos, sí que resultan realmente disuasorios.