Gema Fernández
Construir con desechos

Infinitas son las posibilidades que se presentan al sector constructor a la hora de emplear nuevos materiales. Desde los más rústicos emplazamientos en árboles y cuevas a las primeras construcciones de adobe o madera han pasado miles de millones de años y los avances históricos y técnicos han sido muchos. El ladrillo y el cemento se han convertido en elementos indispensables de las nuevas construcciones en todo el mundo, pero el vidrio, el acero y el aluminio son materiales que se están imponiendo, sobre todo en los edificios más espectaculares. Ahora se impone la vuelta a los orígenes, al empleo de los materiales naturales y los desechos, que resultan más baratos, ecológicos y fáciles de conseguir.
Países con pocos recursos han puesto en marcha proyectos de investigación para construir, con materiales de reciclaje, casas más baratas que las habituales, pero igual de resistentes a las inclemencias del tiempo. En Argentina, por ejemplo, se ha puesto en práctica una iniciativa para fabricar ladrillos con el papel de los envoltorios de chicles y caramelos, que se mezclan con cemento y otros aditivos y dan como resultado un material resistente, que proporciona un perfecto aislamiento térmico e hidrófugo, como ya se ha comprobado en varias construcciones que lo han empleado. Las ventajas de este nuevo producto, además de su bajo coste, son su escaso peso y el hecho de que sirve para reciclar un papel tintado que antes se enterraba bajo tierra y contaminaba mucho.
Los envases de plástico duro (PET), las cáscaras de cacahuete y las virutas de madera también han demostrado ser excelentes materiales base para la construcción. El primero está en pruebas como elemento ligante para las cáscaras de cacahuete y las virutas de madera que se emplean para hacer ladrillos o construir tejados.
Lo dicho, una vuelta a los orígenes más sanos, y quizá más sabios -sólo hay que fijarse en lo que han resistido algunas construcciones antiquísimas, como las pirámides-, y una ayuda al medio ambiente en su lucha por cerrar el agujero de la capa de ozono. Algo que, según los expertos, está empezando a lograrse poco a poco, aunque aún queda mucho por hacer.