El búho/ Lope de Aguirre
Túnel bajo el Estrecho

Las buenas relaciones entre España y el vecino Marruecos, uno de los ejes de la política exterior inaugurada por el nuevo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no ha servido para potenciar una de las grandes infraestructuras previstas para el siglo XXI: el túnel bajo el Estrecho de Gibraltar, un proyecto que se fraguó en la Declaración de Fez (16 de junio de 1979) entre Hassan II y el rey Juan Carlos, pero que se ha ido enfriando poco a poco, a pesar del trabajo -gota a gota- que realizan los técnicos de la Sociedad Española de Estudios para lograr la comunicación fija a través del Estrecho de Gibraltar (SECEG), que depende del Ministerio de Fomento, que ahora dirige Magdalena Alvarez, y cuya presidencia corresponde en estos momentos al actual monarca marroquí Mohamed VI.
El próximo mes de diciembre comenzará, frente a la localidad gaditana de Tarifa, la cuarta campaña de sondeos prevista por SECEG, que llevará a cabo un buque perforador (BPPD) con una duración estimada de entre 100 y 200 días. El túnel, si algún día llega a hacerse, vendría a unir Punta Paloma, en Tarifa, con Punta Malabata, en Marruecos.
Parece que para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero es más importante, al menos de momento, construir el gasoducto que conectará el territorio argelino con el español, uniendo los campos de gas de Hassi R’Mei con el Cabo de Gata, en la provincia de Almería.
El actual ministro de Industria, José Montilla, es el principal valedor de este proyecto gasístico, que posibilitará a España un suministro continuo de gas natural después del esfuerzo hecho por nuestro país para gasificar toda la península ibérica.
De hecho, el archipiélago balear será uno de los grandes beneficiados del proyecto para llevar el gas natural a todo el país y, en este caso, a las islas, que lo tienen aún más difícil que la península.