Alfonso Gutiérrez/ Director General de Axxo
Project management responsable
Si realizáramos un sondeo de opinión dentro del sector de la construcción sobre la “ambigua” y, supuestamente, imprecisa responsabilidad del project manager, las respuestas serían igual de indeterminadas. En este artículo desgranaremos algunos conceptos para mejorar la relación entre el project manager y otros agentes de la edificación.
Esta disciplina es un cuerpo de conocimiento cuyos beneficios se pueden obtener a través de diversas modalidades de contratación, cada una con sus ventajas e inconvenientes. Y siempre sin perder de vista el objetivo fundamental: satisfacer las necesidades del cliente. Como ejemplo, un caso muy usual: el project manager actúa como consultor independiente. No es dirección facultativa, ni contratista, ni proyectista, ni OCT, ni promotor. Es un consultor del promotor, ligado a éste a través de un contrato de arrendamiento de servicios y el cobro de unos honorarios.
En principio, las únicas responsabilidades que se le otorgarían son las propias de un especialista que, como asesor de un segundo, pudiera inducir a errores a terceros. Sin embargo, el problema de la responsabilidad del project manager no subyace en el mejor o peor asesoramiento que pueda prestar dentro de sus funciones y su ámbito legal de responsabilidad. El verdadero conflicto surge cuando se producen cruces en las responsabilidades y alcances con el resto de agentes de la edificación.
En mi opinión, éste es un problema de todos y la solución deberá venir desde todos los ángulos. Obviamente, nuestro país carece aún de tradición en el uso de servicios de gestión y control de objetivos, lo que provoca que estemos en la “prehistoria” del entendimiento técnico entre unos y otros.
Hay que hacer un ejercicio de autocrítica y reconocer que no todos los project manager son tan especialistas como presumen. En algunos casos, un project manager sin experiencia puede llegar a ‘embriagarse’ del poder que, supuestamente, da representar ‘al que paga’ y actuar con cierta impunidad y atrevimiento, suplantando funciones y responsabilidades que no le competen, sin tener el respaldo de una responsabilidad claramente exigible por Ley. Esta situación, en ciertos casos, se ve empeorada por compromisos imposibles, adquiridos previamente con el cliente, que pueden provocar disfunciones irrecuperables en los equipos técnicos implicados.
El project manager tiene que tomar decisiones propias del promotor (entendido como agente de la edificación), aunque dependiendo del grado de representación que el promotor haya delegado en él. Pero lo que no debe hacer nunca es tomar decisiones propias de la dirección facultativa, sino que deberá actuar siempre como catalizador o colaborador en esas resoluciones. Y menos aún tomar decisiones propias del contratista. Su responsabilidad está establecida en función de cómo es contratado por el promotor.
En cuanto a los directores facultativos, no cabe duda sobre sus responsabilidades. La Ley define de forma precisa cuáles son éstas. Pero el gran problema de muchos técnicos que actúan como directores facultativos es que no ejercen plenamente como tales y pretenden delegar soterradamente sus responsabilidades en terceros, actuando así de forma imprudente. Que un director facultativo permita que un tercero suplante las responsabilidades que por Ley son suyas no beneficia ni al proceso, ni al proyecto, ni a sí mismo.
El principio de la solución al habitual conflicto de competencias entre project manager y otros agentes es labor de todos y no sólo de unos pocos.