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El búho/ Lope de Aguirre

Zapatero, harto de Trujillo

La particular Semana de Pasión de la ministra Trujillo coincidió con el puente del Pilar y pilló a Zapatero en Budapest, en la cumbre de líderes progresistas. Ya iba el presidente del Gobierno con cierto resquemor, porque el artífice de este encuentro, el ex presidente Clinton, disculpó su presencia por su convalecencia de la operación a corazón abierto que sufrió semanas atrás. De esta forma, corrió el turno y el cónclave fue auspiciado por Tony Blair, principal aliado de la política militarista de Bush, lo que no le gustó demasiado. En el avión que le llevaba a la capital húngara todavía le pitaban los oídos por la polémica que suscitó juntar a un combatiente de la División Leclerc junto a otro de la División Azul.
Pero lo peor estaba por venir. El miércoles después de la Fiesta Nacional, Trujillo se descolgó con el anuncio de la supresión cautelar de la publicación de los datos de evolución de los precios de la vivienda, con el argumento de que “crean incertidumbres innecesarias”. El anuncio de Trujillo echaba por tierra la política de transparencia abanderada desde La Moncloa y evidenciada en la retirada de la Ley de Acompañamiento a los Presupuestos Generales del Estado. Pero, sobre todo, crispó la paz de Zapatero a orillas de los lagos de Budapest.

Al día siguiente, en el Senado, Trujillo anunció el aplazamiento de la entrada en vigor del Plan de Vivienda 2005-2008, con el inconsistente argumento de que los Presupuestos no contemplaban una partida específica para poner en marcha las medidas contenidas en el Plan esbozado en julio. Este nuevo resbalón acabó por colmar la paciencia de Zapatero que, cuando fue informado por sus colaboradores de las declaraciones de la ministra, exclamó: “María Antonia acaba con la paciencia de cualquiera”. Y dio orden inmediata para que se enmendaran los dos errores de la ministra.

Fue Solbes el encargado de enmendar la plana a Trujillo y cortocircuitar su apagón estadístico. Ambos episodios, unidos al de la dimisión del subsecretario de Vivienda, Javier Mauleón, ha encendido las alarmas en La Moncloa. Ya hay quien apuesta que la ministra no se comerá el turrón.
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