Gema Fernández
Disfrutar de la vejez

Los tiempos cambian, y también la forma de pensar de la sociedad. Nuestros mayores no son los mayores de nuestros padres, ni nosotros tendremos en el futuro las mismas ideas que ahora tienen nuestros progenitores. Envejecer supone una serie de connotaciones negativas a las que todos debemos acostumbrarnos, le pese a quien le pese, porque contra eso no se puede luchar.
Lo que sí podemos hacer es tomárnoslo de la mejor manera posible, ya que la esperanza de vida ha aumentado hasta los 81 años, en el caso de los hombres, y hasta los 85, en el de las mujeres.
En la mayoría de los casos, el cuidado de los mayores supone, no nos engañemos, una carga personal y económica para sus familias. Hay que tener en cuenta que la pensión media de un jubilado supone una media de unos 500-600 euros mensuales, y que sólo el 3% de los que superan los 65 años cuenta con un plan de pensiones, por lo que casi es imposible pagarse una plaza en un centro asistencial privado, y pensar en uno público es casi imposible, las camas libres son prácticamente nulas. En estos casos, la familia debe ayudar con aportaciones económicas o trasladar al mayor a su propia casa.
Esta situación es incómoda, no sólo para el familiar que acoge en su seno familiar al anciano, sino para el propio mayor, que prefiere mantener su independencia, y al que no le gusta sentirse como una pesada carga. Es por eso que, en muchas ocasiones, nuestros mayores prefieren seguir viviendo solos e independientes en sus casas. Pero una de esas connotaciones negativas a las que antes hacíamos referencia es precisamente el hecho de que, a medida que envejecemos, nos hacemos más dependientes, porque las articulaciones no responden igual y cada vez son más las enfermedades que se empeñan en hacerse hueco en nuestro cuerpo. Pensando en positivo, damos la vuelta a la situación y nos planteamos que, después de toda una vida trabajando, llega el momento de disfrutar y más en la llamada ‘California europea’.
Veámos la vejez como una manera de disfrutar de la vida. Después de pagar una hipoteca a base de privaciones, ¿por qué no beneficiarnos de esta inversión cuando se superan los 65? La vejez no es el fin, sino el principio…