Baches

Los vecinos de barrios aislados se quejan de que en sus zonas los baches se eternizan sin ser reparados. Pero no sólo es en los barrios periféricos. En el centro de la capital, en el paseo de la Castellana, las obras de Nuevos Ministerios provocaron mucho baches, y algún que otro socavón. Las averías en los bajos de los coches por este motivo costaron mucho; los accidentes de motoristas que se tragan un bache, sobre todo de noche, son, además, peligrosos.

Hacer frente a este problema es, entre otras cosas, un tema de coordinación. El tiempo que se tarda desde el aviso de que se ha producido un bache en el asfalto, hasta que se ponen los medios para su reparación, es en muchas ocasiones demasiado largo. Contrasta esta lentitud con la diligencia en la vigilancia de la ORA y el cobro de las multas por aparcamiento indebido, o por pasarse de tiempo de estacionamiento. La reciente ampliación de la ORA está dando sus frutos desde los primeros días de su entrada en vigor. Puedo dar fe de ello. En el barrio de Chamberí han desaparecido prácticamente los aparcamientos en doble fila, que antes estaban a la orden del día. Dónde han ido a parar esos coches es un misterio. Es de suponer que se quedarán en sus lugares de residencia. Y que se utilizará más el transporte público.

La persecución, no sólo fiscal, sino también de espacio, a la que se ven sometidos los automovilistas madrileños debe tener su contraprestación en la vigilancia y cuidado de las vías públicas. Ya que uno paga por circular, y no digamos por aparcar, lo menos que puede pedir es que pueda transitar por las calles sin peligro para su vehículo, y hasta para su propia integridad física.