pasaba por allí/Olga Heras
El factor de las europeas

En Izquierda Unida vienen mal dadas. Los vaticinios sobre un descalabro en las europeas del próximo 14-J son algo más que un presagio para los dirigentes de esta organización. El nuevo fracaso de Gaspar Llamazares en las urnas (el anterior fue ese 14-M en el que la “izquierda” había ganado, aunque el único que se llevara el gato al agua fuera el PSOE y los independentistas catalanes), es esperado por muchos de los integrantes de IU, que aguardan para salir como “salvapatrias” de una organización cada día más mermada, no sólo por ese goteo incesante de votos hacia el PSOE, sino también por el propio cainismo que late en la coalición.
Izquierda Unida ha ido perdiendo su identidad y no ha sabido adecuar a tiempo su discurso a los cambios ideológicos y sociales que se han producido. El guiño de Llamazares hacia el ecologismo no es que llegue tarde, aunque el PSOE, hacedor de cargos y poderes, le adelantara el paso en los pasados comicios (pelillos a la mar), sino que ha activado una bomba de relojería en la propia organización, siempre presta a encontrar motivos de divergencia.
El pinchazo electoral, por tanto, será el argumento definitivo para sacar a Gaspar Llamazares de la coordinación general, un primer paso que tendrá después sus repercusiones autonómicas. Madrid no va a escapar a esa onda expansiva, y su actual coordinador regional, Fausto Fernández, tendrá que hacer auténticas filigranas para mantenerse en el cargo. Fernández no ha sabido, o no ha podido, aunar lealtades desde que fuera elegido líder regional en medio de la fuerte crisis interna que sacudía a esta organización.
Por lo tanto, si pincha Llamazares, su hombre en Madrid (como se ha interpretado siempre la figura del ex alcalde de Rivas), estaría también en riesgo, máxime tras el acercamiento de algunos sectores que le respaldaron, véase la Plataforma de Izquierdas que ahora lidera Susana López, hacia la corriente mayoritaria de Angel Pérez, actual número dos de IU en el Congreso.
Que las cosas no están fáciles en Izquierda Unida lo demuestra el hecho de que la asamblea regional prevista para octubre, probablemente se retrase hasta noviembre, con el fin de tener un mayor margen de maniobra para designar a un candidato alternativo, que en este caso tendrá que tener la bendición pública y explícita de Angel Pérez.
Pero el 14-M no sólo va a influir en el futuro interno de Izquierda Unida, también en el PP existe marejada de fondo. Quienes en otro tiempo fueran todopoderosos en las filas populares, y ahora venidos a menos en la nueva dirección, hacen planes ante un eventual descalabro del candidato popular Jaime Mayor Oreja, que sería entendido no como el fracaso del cabeza de lista, sino de un Mariano Rajoy que tiene en las europeas su propio refrendo personal.
Aunque pocos explicitan sus intenciones beligerantes, lo cierto es que, tras evanescerse Rodrigo Rato de los despachos de Génova, el ala más conservadora del PP, esa Democracia Cristina próxima al Opus (Federico Trillo, Javier Arenas y el propio Jaime Mayor Oreja) buscan candidato para sustituir al actual líder de su formación. Su nombre no es otro que el del alcalde capitalino, Alberto Ruiz Gallardón, que, pese a esos quiebros hacia la izquierda que gusta escenificar de vez en cuando (la píldora abortiva del día después), es uno de los baluartes de su partido con mando en plaza tras la debacle de las generales.
Gallardón, sin duda el dirigente con más tirón popular del PP, parece no haber renunciado a sus ancestrales aspiraciones de liderar su formación, y, haciendo de la necesidad virtud, este preconizado social liberal está dispuesto a recoger velas para obtener el respaldo de aquellos a los que en otros tiempos miró de reojo. Frente a él una liberal de pro como Esperanza Aguirre, que lucha también por convertirse en referente del PP madrileño y aguanta a duras penas las exhibiciones municipalistas de su compañero desde su papel de presidenta autonómica.
Consideraciones al margen, hay una palpable realidad política en estos momentos: las elecciones europeas, ésas que no pocos conciben como de orden menor, van a tener efectos importantes en las estructuras internas de aquellos partidos que perdieron los comicios del 14 de marzo. El PSOE, en esta ocasión, va lo que se dice “sobrado”. (No hay que olvidar, sin embargo, el factor sorpresa, si no, que se lo pregunten a Zapatero).