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José Luis Marcos

Cambio de Gobierno

El triunfo del Partido Socialista en las pasadas elecciones se enmarca en la más normal actividad electoral de un sistema democrático. Los designios del elector son inescrutables y las encuestas, como casi siempre, fallan estrepitosamente.
El hecho cierto es que ha habido un vuelco en el electorado y los que parecía que iban a ganar están camino de su casa, y los que daba la impresión de que iban a perder resulta que se están preparando para tener responsabilidades de gobierno. Esto es lisa y llanamente la normalidad democrática. El mayor problema que tiene nuestra democracia se deriva del terrorismo y de la concepción del Estado, en especial la reformulación del Título VIII de la Constitución. Esos dos son, desde mi óptica, los principales problemas que tiene España hoy.

El cambio de gobierno es un síntoma de salud democrática. Capacidad para gestionar la cosa pública al Partido Socialista se le supone, de la misma forma que se supone el valor a los reclutas.

La situación de la economía española inserta en la Unión Europea con un crecimiento del PIB que en bastantes casos es el doble que el de bastantes de los miembros de la Unión Europea, con un paro registrado en torno al 9%.

Esta situación económica que entre todos hemos llevado a cabo, con un déficit muy próximo al 0 es una buena base económica para hacer una transición de un partido gobernante que no sea traumática. A esto se unen declaraciones de intenciones de responsables socialistas en la línea de mantener una estabilidad política económica, basan la gobernabilidad de la nación en el pacto, en suma una declaración de intenciones cuya música suena muy bien.

En cuanto a los grandes problemas que atenazan el sector, como es la escasez y, por tanto, brutal carestía del suelo, hecho que está en la base de los incrementos de precios de las viviendas, ese gran problema que afecta al sector que es que no hay suelo disponible si no existe una acción política valiente y decidida tendente a liberalizar todo el suelo que no esté especialmente protegido, si esto no es así y de una manera sin prisa pero sin pausa, la vivienda no bajará nunca.Pero, de todos es sabido que cualquier decisión que afecte al suelo desde que se concibe el proyecto de introducir un cambio hasta que se lleva a término con efectos prácticos no transcurren menos de 3 años.

Concluyendo, el cambio de gobierno es razonable desde una óptica democrática y desde la alternancia en el poder. El sector inmobiliario está necesitado de reformas urgentes que liberalicen el suelo. El asunto más grave, la concepción del Estado, el terror con el que nos vamos a tener que acostumbrar a vivir y el chantaje al que pueden someter los partidos nacionalistas de las regiones más ricas al Gobierno central.
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