pasaba por allí/Olga Heras
Tecnócratas y Paracaidistas

Los altos cargos con los que soñaba Esperanza Aguirre para conformar un Gobierno de primeras figuras, tales como José Folgado (subsecretario de Estado) o Núñez Feijoo (actualmente hombre fuerte de la Xunta), no han pasado de ser simples conjeturas y deseos.
El Ejecutivo que había de convertirse en referente de la gestión autonómica del PP, en gran medida por el significativo número de pesos pesados que tendrían cabida en él, ha quedado en manos de representantes del segundo escalafón de la administración, es decir, subdirectores generales y asesores.
Cuatro políticos, incluida la propia Aguirre, y ocho técnicos, conforman el perfil del nuevo Ejecutivo regional. La presidenta de la Comunidad, el viceconsejero de Justicia e Interior, Alfredo Prada, el consejero de Infraestructuras y Transportes, Francisco Granados, y el responsable de Cultura y Deportes, Santiago Fisas, son los únicos que tienen tras de sí una trayectoria política, el resto de consejeros que integran el recién constituido Gobierno autonómico se caracteriza por haber desarrollado una gestión puramente técnica en ayuntamientos, principalmente el de Madrid, o en el ámbito autonómico y ministerial.
El equipo de Aguirre tiene otra serie de características que le dan uniformidad. Una de ellas es que la mayor parte de sus miembros ha estado vinculada con la nueva presidenta en alguno de los cargos que ésta ha ostentado en su larga carrera política, ya sea en el Ayuntamiento capitalino (Beatriz Elorriaga), el Ministerio de Cultura (Ignacio González, Engracia Hidalgo, Mariano Zabia) o en el Senado (Alfredo Prada). Un selecto grupo de colaboradores al que hay que añadir otros nombres que entrarían en la categoría de amigos personales de la dirigente popular, como es el caso de Santiago Fisas, Fernando Merry del Val, hombre de Rodrigo Rato pero también con lazos familiares con la presidenta, Luis Peral, y más recientemente el ya ex alcalde de Valdemoro, Francisco Granados.
El titular de la Consejería de Sanidad y Consumo, Manuel Lamela, y el de Empleo y Mujer, Juan José Güemes, se circunscriben simplemente al ámbito político del actual vicepresidente Económico del Gobierno, el único de los líderes del PP que ha conseguido situar a algunos de sus hombres, se dice que cuatro, en el equipo de la presidenta madrileña.
La elección de un gobierno tan personal garantiza, en principio, un Ejecutivo sin fisuras, de máxima confianza, que seguirá las directrices marcadas por Aguirre sin grandes veleidades. En su contra juega la escasa experiencia de muchos de sus miembros en las responsabilidades que ostentan. El caso más significativo es quizás el de Zabia, consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, cuya trayectoria profesional ha estado siempre alejada de una materia como el Urbanismo y la Vivienda, un área, por otra parte, de las más importantes de la Administración autonómica, dados los cuantiosos ingresos que genera. Inexperiencia a la que se suma la de su viceconsejero, Armando Mucientes, otro canterano del Consistorio capitalino.
"Aguirre ha nombrado como consejero de Educación a un experto en Urbanismo, Peral, y como consejero de Urbanismo a un teórico experto en educación, Zabia", aseguraba la portavoz adjunta de los socialistas en la Asamblea de Madrid, Ruth Porta, tras hacerse públicos los nombres de los nuevos consejeros.
Otra particularidad también destacable en los recién nombrados consejeros, además de la media de edad, de 40 a 50 años, es la semejanza de su perfil profesional. El Derecho y la Economía han marcado hasta ahora el ámbito de actuación laboral de los miembros del gabinete de Aguirre, trabajo que han desarrollado, casi siempre (una salvedad es la de Granados, vinculado al sector privado como analista de Bolsa), a la sombra de la Administración del Estado.
Una realidad que Izquierda Unida se ha apresurado a poner de manifiesto, tildando al nuevo Gobierno de "tecnócrata". Para el portavoz de la coalición en la Asamblea, Fausto Fernández, los nuevos responsables autonómicos no dejan de ser "paracaidistas que en su gran mayoría tienen muy poca implicación en la vida política y social de la Comunidad de Madrid".
En términos similares se ha expresado el líder socialista, Rafael Simancas, quien ve en el nuevo Gobierno la plasmación de una política "conservadora", además de ser una réplica de los "estilos sectarios" del Ejecutivo de Aznar.
Menos tajantes se han mostrado los sindicatos, reacios a "prejuzgar" a los nuevos consejeros, aunque sí señalan con cierta "sorpresa" que su procedencia sea mayoritariamente en los segundos niveles del ámbito del Estado. Un Gobierno al que Javier López, secretario general de CC.OO. de Madrid, advierte que "se conocerá por sus obras", ya que son desconocidos en la Administración regional.
Por el momento, tanto el PSOE como IU han anunciado que "marcarán" de cerca la gestión de las distintas consejerías, para lo que ambas formaciones designarán portavoces, en el caso de la coalición ya ha dado a conocer los nombres y los socialistas lo harán en breve, para hacer un seguimiento exhaustivo de cada área