villa y corte/ Alberto Delgado
“Ocupas” y “desocupas”
El pasado día 13 se produjo la actuación más importante de desalojo de la historia de la Policía Municipal madrileña, según afirmaciones de uno de sus principales responsables. Como una demostración de fuerza y de firmeza en esta nueva etapa de gobierno, 170 personas que ocupaban ilegalmente 115 viviendas de protección oficial en el barrio de San Fermín, en Usera, fueron desalojados, por orden judicial, por 300 agentes motorizados y a caballo, fuerzas antidisturbios, una dotación de bomberos..., un alarde quizás exagerado, pero que resultó efectivo.
Todo gira en torno al problema de la vivienda. La demanda de pisos baratos, para familias de escasa capacidad económica, es muy superior a la oferta. Cuando, como en el caso del edificio de San Fermín, las casas parezcan acabadas, aunque falten los últimos detalles y los permisos administrativos, se corre el riesgo de una ocupación ilegal, siempre condenable.
La actitud de estos “ocupas” puede comprenderse, pero en ningún caso admitirse. Tan necesitados como ellos estaban los adjudicatarios de los pisos, que no tienen la culpa de que no se les haya entregado su vivienda.
Sería injusto negar los esfuerzos municipales por hacer frente a un problema que se les escapa de las manos. Los esfuerzos para erradicar el chabolismo, rehabilitar viviendas en mal estado, por realojar familias, son necesarios, pero están resultando insuficientes. Hacen falta más viviendas protegidas, y más suelo para construirlas, pero todo requiere tiempo, y tiene sus límites. Madrid se ve impotente para absorber el continuo flujo de inmigrantes, que no sólo necesitan un permiso de trabajo, sino un lugar donde alojarse, asistencia médica, escolarización para sus hijos... Mientras tanto, hay algo que se puede y debe hacer: acelerar los trámites para que las viviendas terminadas en condiciones se entreguen cuanto antes. La mejor fórmula para acabar con la invasión de pisos desocupados es que éstos se ocupen, legalmente, por supuesto.