
La Sala Clamores de Madrid se convirtió a finales de octubre en el centro de la conjugación de los intereses políticos, económicos y hasta artísticos de la capital. Allí se presentaba la cantante María Lavalle, hija del general argentino Lavalle que fuera embajador de su país en la capital española, y que ahora no sólo canta tangos, sino que lo hace con el mismo gusto y amor que los fados, que también aprendió durante su estancia en Lisboa. La presentación se hizo por todo lo alto, con grupos de tocadores en el mismo escenario: a la derecha, los tanguistas con bandoleonista Jorge Lema, a la izquierda, los guitarristas de la mismísima Amalia Rodrígues.
El coste del espectáculo tuvo que sumar muchos euros, pero mereció la pena. Uno de los organizadores del acontecimiento fue el propio marido de María Lavalle, el conocido abogado Matías Cortés, el hombre en quien confiaron los empresarios más importantes de la transición española, como José María Ruiz Mateos o Mario Conde, y que luego renegaron de él. Sin embargo, su poder ha seguido subiendo como la espuma. Eso se notó en la presencia del “todo Madrid”, por eso y por la calidad de la artista.
Sorprendente, por lo inesperado, fue la presencia del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, muy bien acompañado ... de un elenco de productores cinematográficos como Elías Querejeta, y cantautores como el mismísimo Luis Eduardo Aute. No faltó nadie y fue la primera vez que se vió en público a Gallardón sin la compañía de su equipo político.