Viviendas de protección

Los requisitos para acceder a estas viviendas no son insalvables: vivir en la capital, no ser propietario, y ganar menos de 5,5 veces el salario mínimo interprofesional. No es extraño que para estos pisos que ahora se han entregado hubiera más de 8.000 candidatos. Lo malo es que esta adjudicación no es más que una gota en el océano de demandas de viviendas en la capital, aunque sea una gota convertida en un torrente de satisfacción para los afortunados propietarios.
Está claro que hacen falta más viviendas protegidas. La propuesta de Rafael Simancas: construir 50.000 de estas características, formulada en su campaña electoral, y que es de suponer que mantendrá para las elecciones del 26 de octubre, tiene un indudable atractivo. Y precisa de una respuesta por parte del PP, aunque Pío García Escudero afirme que el Ayuntamiento de Madrid es el promotor de viviendas protegidas, en propiedad o alquiler, más importante de España. Será cierto, pero no es menos cierto que resulta manifiestamente insuficiente.
Mientras tanto, los precios de la vivienda en Madrid siguen subiendo muy por encima del IPC. No sabemos si hay burbuja inmobiliaria, y si ésta acabará estallando. Pero produce escalofríos pensar lo que puede ocurrir si los tipos de interés, actualmente muy bajos, suben al doble, lo que no es descabellado, aunque hoy por hoy parezca improbable. De producirse esta subida, las familias endeudadas para los próximos veinticinco o treinta años, y que ahora tienen problemas para hacer frente al pago de las hipotecas, corren el riesgo de no llegar a sus compromisos crediticios, y bancos y cajas pueden convertirse en forzosos propietarios inmobiliarios.