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pasaba por allí/Olga Heras

Pólitica regional: una casa con muchos líos

En el PSOE madrileño hay quienes creen llegado el momento de superar cuanto antes esta crisis y comenzar a elaborar un discurso político cara a las elecciones de octubre

La maraña regional ha terminado por atrapar no sólo al PP madrileño, sino al propio Aznar, a quien el soterrado enfrentamiento por la sucesión de su partido puede dejarle sin su principal argumento respecto a su contrincante, Zapatero.
La estrategia socialista de situar a los populares en el epicentro de la crisis de la Asamblea de Madrid ha comenzado a dar importantes réditos al PSOE, que tras colocar bajo sospecha a significativos dirigentes del PP, se dispone a saborear la perita en dulce (servida por los medios de comunicación) de las guerras intestinas que se viven en el partido del "imbatible" Aznar a dos meses vista de la designación del sucesor del presidente. Los malabarismos del Partido Socialista, personificados en José Luis Rodríguez Zapatero y Rafael Simancas, para apartar de esta formación la sombra de los clanes urbanísticos proyectada por el transfuguismo de Tamayo y Sáez, han conseguido meter al PP en la gatera del escándalo, contando para ello con la inesperada ayuda de las cuitas internas del propio Partido Popular. Las disensiones populares suponen un nuevo balón de oxígeno para el PSOE, que no lograba dar cuerpo a la teoría de la conspiración debido a los reveses sufridos en el Tribunal Superior de Justicia y en la Fiscalía Anticorrupción. El nuevo campo de batalla dibujado estos últimos días, sitúa en el punto de mira socialista a un Alberto Ruiz-Gallardón que se creía blindado por su "buen hacer" y sintonía con muchos miembros de esta formación. Pero no todo son parabienes en el socialismo de Madrid, en el que la "caza de brujas" que se desató tras el 10-J continúa abierta, provocando un clima de inestabilidad entre la clase dirigente de este partido. Desde determinados ámbitos del PSOE madrileño se aboga por el exterminio de la lista y, si se puede, de los Renovadores por la Base, cuyos miembros han caído bajo sospecha, pese a que juren y perjuren su fidelidad a la "causa" de Simancas (la declaración de intenciones realizada por Tamayo, "hay cinco diputados que simpatizan con Nuevo Socialismo", ha abonado la desconfianza hacia los adscritos a esta corriente). Pero más allá de la estrategia dirigida a mantener encendida la polémica sobre la supuesta trama urbanística que se esconde tras Tamayo y Sáez y sus vinculaciones con el PP, en el PSOE madrileño existen quienes creen llegado el momento, y así se lo han trasladado a Rodríguez Zapatero, de superar cuanto antes esta crisis y comenzar a elaborar un discurso político cara a las próximas elecciones de octubre. Proyecto que pasa, en gran medida, por reactivar las acciones y el protagonismo de los colectivos sociales, y que está suscrito por significativos munícipes de la región.
Revuelo interno, por tanto, en los grandes partidos mayoritarios, que es también extrapolable a una Izquierda Unida donde, además de rechazarse de plano el eventual gobierno tripartito propuesto por Fausto Fernández, comienzan a escucharse voces en contra de un futuro gobierno conjunto con el PSOE, que en ningún caso sería óbice para apoyar la investidura de Rafael Simancas, algo en lo que hasta los miembros más críticos de la coalición parecen estar de acuerdo. Las cuitas internas de IU tienen, no obstante, un telón de fondo, el mano a mano que librarán Gaspar Llamazares y Francisco Frutos en la VII Asamblea, prevista para finales de año, y cuyos resultados marcarán el discurrir de los próximos años de esta organización.
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