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La crisis financiera e inmobiliaria vista por Rodrigo Rato

"Ninjas" y armas de destrucción masiva

lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
07/05/2008.- Rodrigo Rato ha sido un protagonista y un espectador privilegiado en el crecimiento de la economía internacional y también española en los últimos doce años, primero como responsable de la política económica del Gobierno y, posteriormente, como gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). La conferencia que reproducimos aquí por su enorme interés fue pronunciada en el Foro "Madrid,Centro Financiero", organizado por la Comunidad de Madrid y el IMADE. En ella, Rato hace un diagnóstico de las causas que han provocado la crisis.
Cuando preparaba mis notas pensaba que hoy es muy difícil hablar de los mercados financieros sin hacer una referencia a los mercados financieros de hoy día –y no voy a hacer valoraciones sobre las cotizaciones de hoy - pero sí creo que hoy todos somos conscientes de que, desde el pasado verano, una ola de desconfianza, y además una ola creciente, se ha adueñado del sistema financiero mundial. Especialmente del sistema financiero de los países desarrollados.

Desde muchos puntos de vista, desde luego desde el punto de vista cuantitativo, ésta es la crisis más importante desde los años 30 del pasado siglo. El propio tamaño de las pérdidas cuyas estimaciones más recientes se mueven entre los 800.000 millones de dólares y el trillón (americano) doscientos mil millones de dólares americanos, nos sitúan en unas cifras que, si bien las comparamos en términos de producto son menores, en cualquier caso son récords y que tendrían que compararse con crisis históricas como las de los años 30 o la de los años 70.

Pero además el hecho de que sea tan precisamente en los centros financieros más importantes del mundo las entidades globales los afectados, introduce elementos de gran significado no sólo económicos, por el nivel de las pérdidas, sino también institucionales desde el punto de vista del prestigio de instituciones muy importantes en la economía mundial -y ayer se ha planteado en Estados Unidos la mayor regulación desde los años 30- e incluso políticos.

Soy de los que piensan que es muy difícil que los centros de poder económico de los países desarrollados no hayan perdido gran credibilidad ante el conjunto de los inversores mundiales en esta crisis. Porque también tenemos que tener en cuenta que hasta el verano del 2007, hasta mediados de agosto del 2007, el mundo estaba y probablemente continúa en gran parte, en su etapa de mayor crecimiento desde al menos los años 60 del pasado siglo.

Una etapa que ha beneficiado a capas muy importantes de la población mundial y que ha producido que por primera vez en treinta años la tasa de pobreza en el mundo se haya reducido. La pregunta clave que posiblemente nos interesa a todos es, si hemos llegado al fin de la expansión de la economía mundial. Pero también me parece relevante preguntarnos por qué y empecemos por el por qué.
¿Quién a estas alturas. no solo en la Bolsa de Madrid, sino en la Puerta del Sol, no ha escuchado hablar de subprime?, cosa que la mayor parte de nosotros no habíamos oído hasta agosto de este año. Yo siempre he envidiado a los norteamericanos la facilidad que tienen de reducir a una palabra, e incluso a pocas letras, conceptos relativamente sofisticados.

Las subprime, pues, no es “sorpresa”, que sería la traducción un poco macarrónica, sino subprime es darle un préstamo a personas que no pueden pagarlo, que hemos descubierto que no sólo no podían pagarlo, sino que tampoco tenían empleo y que el único bien que poseían era precisamente el bien hipotecado que les daba el banco. Los americanos han llamado también a estos personajes Ninjas, No Job, No Income, No Assets (personas sin empleo fijo, sin trabajo y sin propiedades). Lo cual no deja de tener un cierto humor macabro teniendo en cuenta los problemas económicos que se han derivado.

Según escribía estas notas pensaba ¿pero es posible que el mundo se haya podido ver afectado en su mayor expansión económica desde los años 60 por los subprime y los ninjas? ¿Quién se atrevería a decir que no? Yo desde luego no me atrevería. Por eso, según avanzaba, empecé a pensar que quizás merecía la pena preguntarse otra cosa, puesto que a la primera ya sabíamos la contestación.

Y me permito hacerme otra pregunta delante de ustedes. Esta importante expansión económica mundial no podría haberse producido sin un histórico abaratamiento del precio del dinero, del crédito, que hemos vivido todos en los últimos años. Y a su vez este abaratamiento es una consecuencia directa de una reducción del precio del riesgo que a su vez se ha reducido por una nueva e importante diversificación del riesgo.

El negocio financiero, desde que el mundo es mundo, y el bancario aún más, gira en torno a acertar valoradamente el riesgo. Es decir, si pagará o no pagará el cliente y cuánto cuesta darle a alguien el dinero ajeno. También los financieros aciertan o se equivocan cuando se preguntan si este activo valdrá hoy más que mañana o viceversa. Y todo eso es valorar el riesgo.

Desde los años 90 el negocio financiero de los países desarrollados comenzó un proceso de securitización, empaquetamientos, si ustedes quieren, de diseminización del riesgo que cambiaría el precio del riesgo y de paso la manera en la que muchos agentes financieros, principalmente los grandes agentes financieros globales, ganaban dinero.

El modelo bancario internacional empezó a encontrar una nuevo nicho cada vez más grande que trataba de dividir, mezclar y juntar el riesgo de distintos activos para venderlo después como un producto financiero independiente en un mercado global cada vez más sofisticado.

Parte de una buena hipoteca de Madrid se empaquetaba junto a parte de un crédito comercial de Malasia y junto a una subprime de New Jersey, previamente calificado todo por una agencia de rating, y se vendía a un fondo canadiense. El valor en el mercado, que fijaba el valor de este producto, era a su vez calculado por formulaciones matemáticas en gran parte teóricas. Pero no crean que esta descripción trata de ser una caricatura, sería un grave error.

Este proceso es un proceso muy serio y muy importante y gracias al cual se ha producido un abaratamiento considerable del valor del riesgo en un momento que además coincidió con dos elementos claves para entender la expansión económica mundial. Por un lado la expansión monetaria lanzada por Estados Unidos, para evitar las consecuencias más graves del fracaso, de la crisis de las “tecno com”, que todos recordamos del año 2001, y por otro lado el efecto sobre los tipos a largo de los desequilibrios mundiales, entre ahorro e inversión, producidos.

Como resultado de todo ello hemos vivido una etapa, podríamos decir, de felicidad colectiva y generalizada, con dinero barato para todos. Familias, empresas, Estados vieron sus precios de riesgos reducirse a niveles históricos, cifras del riesgo/país que bajaron por debajo de los doscientos puntos básicos. Financiación de operaciones empresariales a múltiplos más que generosos, hipotecas para familias a menos del 4% anual a 30 años y por encima del 80% del valor de la vivienda. Todos hemos sido testigos de ese proceso. Por lo tanto, el cambio del negocio financiero no se puede convertir en una caricatura.

De lo que quizás no éramos todos conscientes es que reguladores, o al menos algunos reguladores, los incentivos de las propias entidades financieras y las calificaciones de rating, es decir de riesgo, no estaban teniendo en cuenta, que el ciclo económico, existir, existe. Y que las cosas valen distintas en un momento distinto del ciclo que en otro, como diría un famoso inversor norteamericano, Warren Buffet, que por cierto había calificado como armas de destrucción masiva una parte de los sofisticados instrumentos financieros. La famosa frase de Warren Buffet fue “cuando baja la marea, se ve quién nada desnudo”. Y la marea empezó a bajar cuando el mercado inmobiliario norteamericano empezó a aplanarse a mediados del año 2007, después de una importantísima expansión de varios años.

Según bajaba esa marea se constató que había habido una valoración errónea de los productos subprime, que dio paso a la pregunta de qué otros productos podrían haberse valorado erróneamente. Y que además puso de manifiesto que una parte de esos productos que habían salido de los balances de los bancos, tenían que volver a ellos. La mezcla estaba servida para una crisis financiera, primero de liquidez y ahora ya de solvencia. A la primera pregunta que me hacía, es decir, ¿se ha acabado la expansión mundial?, quisiera decirles que depende, depende de dónde, y depende de cuánto tiempo dure la crisis en los países industriales.

Es claro que Estados Unidos, camina en un crecimiento muy bajo e incluso muchos de ustedes pensarán, y yo no les llevaría la contraria, de que se acerca, si no está, en una recesión. El crecimiento europeo también se ha aplanado, y en el caso del crecimiento de Japón, las cifras son más que erráticas. Pero a su vez en este nuevo contexto son los países emergentes los que demuestran solidez aunque tienen efecto de contagio, contagio a través del comercio, a través del precio de las materias primas, que hasta ahora se ha mantenido, pero también a través de los efectos de toda esta crisis financiera, industrial, sobre la financiación de los países emergentes.

La volatilidad y la debilidad de alguna de las monedas centrales del sistema financiero internacional, no dejan de ser también problemas importantes. Las incógnitas de esto están en cuánto durará la crisis, desde el punto de vista financiero Y qué coste tendrá en la economía real. En Estados Unidos, según cuentan, el 20 por 100 de la economía mundial.

Y hasta qué punto la evolución desde la crisis de liquidez hasta la crisis de solvencia no producirá una restricción del crédito a nivel mundial, que duraría unos trimestres, y que nos situaría en una situación muy complicada.

En este panorama, Madrid plantea su ambición de ser una plaza financiera internacional y déjenme decirles que creo que Madrid acierta en plantearlo. El Gobierno de la Comunidad de Madrid ha identificado el sector financiero como un sector de futuro. Y creo, vuelvo a repetir, que acierta de lleno en ello. Y las realidades de la propia Comunidad de Madrid, desde el punto de vista de la concentración de agentes y desde el punto de vista de la estabilidad regulatoria y económica, no solo de la Comunidad de Madrid sino de España, son también un elemento muy positivo.

El considerar el sector financiero como un objetivo estratégico de la Administración de la Comunidad de Madrid, del Gobierno de Madrid, pero también de España, es para mí dar respuesta a una pregunta que se hace hoy mucha gente en nuestro país sobre cuáles serán nuestros futuros motores de crecimiento.

No hay duda que el sector financiero exige innovación constante, pero también innovación en sistemas y productos que requieren grandes niveles de investigación y desarrollo, modelos matemáticos para evaluar los riesgos, sistemas de tratamiento de datos, cada vez más complejos y estructurados, plataformas de contratación de valores, y sus aplicaciones de todo esto, análisis financiero y de investigación económica. Pero también hemos de ser conscientes de que otros lo están haciendo. Plazas como París, Flandes, Boston, Dublín, Londres, Nueva York, Singapur, Japón, Hong Kong, Sanghai, todas ellas están en proceso similar.

Y como ha puesto de manifiesto el estudio presentado por Deloitte es sorprendente no solo los buenos resultados, sino la falta de conocimiento que tiene la opinión pública española y mundial, de la realidad de dónde se sitúa Madrid, según el punto de vista de plaza financiera. Además en un mundo globalizado éste es un instrumento, una plaza financiera, indudablemente importante para nuestra conexión con nuevas zonas del mundo, las zonas más pobladas, con mayor potencial de crecimiento como son Asia o los países productores de petróleo.

Pero desde el punto de vista de nuestra propia experiencia, sería imposible que la economía española hubiera tenido el comportamiento que ha tenido en los últimos quince años si no hubiera sido en gran parte por la capacidad y competitividad de nuestro sector financiero.

La capacidad del sector financiero de trasladar al consumidor, a las empresas y a las familias, lo beneficios de la estabilidad macroeconómica a través de la financiación, no tienen parangón en nuestro sistema económico.

Los informes de mi antigua casa, el Fondo Monetario Internacional, demuestran que la mitad de la competitividad de la economía norteamericana se explica por el dinamismo de su sistema financiero respecto a Europa.

Un sistema financiero requiere, para empezar, estabilidad macroeconómica, pero también competencia y buena regulación. Y creo que ambos elementos, competencia y buena regulación, han sido claves en esta positiva contribución del sistema financiero español al proceso de avance de la sociedad española.

Estoy convencido de que en los momentos difíciles que tenemos delante de nosotros, las autoridades españolas seguirán apostando por esa buena combinación y estabilidad macroeconómica, competencia y buena regulación. Vienen tiempos de cambios regulatorios, pero no hay que hacer lo que hacen los demás, nada más porque ellos lo tengan que hacer. Volviendo otra vez al refranero norteamericano, “lo que no está estropeado, no hace falta arreglarlo” y quizás cada cual tiene que preguntarse qué es exactamente lo que tiene entre manos que esté estropeado.

En un mundo globalizado solo buena regulación y competencia no son suficientes. Requerirán tamaño, innovación y un entorno político-económico que impulsen los diversos centros financieros mundiales. Y además estoy convencido que en ese proceso de aprendizaje en el que en estos momentos está sumergido el sistema financiero internacional, además de otras cosas, el proceso de diseminización del riesgo y de sofisticación selectiva del sistema financiero no se va a detener sino que va a continuar.

Como decía, España se pregunta legítimamente, cuáles serán los motores de nuestro crecimiento futuro. Pues bien, hay muchos posibles, pero éste está aquí. Y probablemente sería bueno que construyéramos sobre lo que ya tenemos, que son buenos cimientos del sector financiero, no solo en términos de calidad y de tecnología, sino también en términos de empleo y de repercusión en la economía nacional. Nos ha demostrado que es un sector en el que merece la pena confiar.

La actual crisis crediticia va a poner en cuestión a muchas cosas, entre ellas los liderazgos. Nada está escrito a partir de ahora y como decimos los españoles “las cosas, el movimiento se demuestra andando”. Por eso este paso de las autoridades de Madrid merecen muchos más pasos después. Estoy convencido de que España tiene mucho que ganar de un sector que en términos de riqueza, sofisticación técnica y empleo, ofrece muchas posibilidades".

Rodrigo Rato
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