Madrid, centro financiero mundial

La importancia de Madrid como capital histórica, monumental, cultural y de servicios, no debe hacernos olvidar su privilegiada situación como centro financiero mundial. Un reciente informe de la consultora Deloitte sitúa a Madrid como el cuarto mayor centro financiero global, precedido únicamente por Nueva York, Londres y París.

Esta situación privilegiada presenta, además, un futuro lleno de posibilidades. Tenemos por delante un amplio recorrido de captación de inversiones en los cinco continentes, y no debemos desaprovechar las oportunidades que se nos presentan. A ello obedece el lanzamiento, por la Consejería de Economía de la Comunidad, con la colaboración de veinte grandes compañías del mundo de la banca, los negocios y los servicios, de una Asociación, Madrid Centro Financiero. 
Madrid se ha convertido en una ciudad ideal para la captación de capitales. Son muchos los factores que influyen en esta consideración: el clima, las comunicaciones, la estabilidad y solidez empresarial y bancaria. Madrid es una ciudad abierta, frente a provincianismos negativos; nuestro idioma lo hablan 400 millones de personas en todo el mundo, y cada vez se extiende más.

Si hablamos de mercados financieros, Madrid es la segunda ciudad, después de Nueva York, donde más ha crecido el volumen de negociación de renta variable en los últimos años. Pero a su fuerte implantación se une la posibilidad de recibir inversiones de otras capitales lejanas, en Oriente y América Latina, que constituyen un enorme potencial. 
Esta privilegiada posición de Madrid no es fruto de la casualidad, sino consecuencia del esfuerzo conjunto de la Administración, los empresarios y los interlocutores sociales, de los ciudadanos en general, que son los que han logrado que Madrid sea una ciudad tan atractiva. Pero lo que se ha conseguido con grandes esfuerzos, puede perder rápidamente si no se trabaja con competitividad. Por eso es fundamental el impulso y la colaboración permanente del Gobierno de la Nación, por encima de disputas partidistas tan contraproducentes como estériles.