
Hay sed por todas partes
El mundo anda muy seco. Por una cosa o por otra, el caso es que todos van buscando fuentes de las que saciar su sed. Los promotores inmobiliarios necesitan crédito urgente para seguir funcionando. Recurren, como siempre, ,al sistema financiero, pero éste también anda medio pachucho. Tiene la boca seca y una digestión pesada. No es para menos, después del atracón de hipotecas basura.
Ya sé que la situación es grave, pero cuando pienso en las subprime no puedo evitar recordar el chiste de Gila, sobre las albóndigas que le servían en su restaurante. "Toda la comida que sobraba un día la picaban para hacer albóndigas al día siguiente. Un día se me olvidó un violín en la mesa. Al día siguiente lo encontré hecho virutas en las albóndigas", decía con su aire peculiar el genial humorista.
Con las subprime pasaba algo parecido. Una entidad estadounidense cogía un montón de productos financieros de distinto pelaje, los amasaba en un producto más elaborado y lo colocaba en el mercado internacional. Claro, así pasaba: en alegre mezcolanza iban comprabas participaciones tanto de deliciosos manjares españoles como de indigestas hipotecas de riesgo norteamericanas.
Los bancos y las promotoras son las que más han sentido el ahogo crediticio, pero otros sectores y otros países comienzan a experimentar una ligera sequedad en la boca.
Algo parecido les pasa a los barceloneses, aunque en su caso es menos metafórico que el de las inmobiliarias. La Generalitat ve que no llueve suficiente y quiere trasvasar agua del Segre. Sin embargo, Montilla se ha encontrado con la negativa de la ministra de Medio Ambiente, en funciones. Cristina Narbona se ha puesto dura, pero nadie sabe si seguirá en el cargo en el nuevo Gobierno. Mis chivatos me dicen que hay rumores acerca de su salida, ya que Narbona nunca se llevó bien con María Teresa Fernández de la Vega, la verdadera "dama de hierro" de Zapatero. En unos días veremos si la sangre llega al río y, si a su vez, el río llega a Barcelona.