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La Contraportada

El ascensor cumple un siglo y medio

Negocio Inmobiliario/ Mónica Figueres

Ascensor de Schindler
Ascensor de Schindler
En 1853 el inventor y fabricante estadounidense Elisha G. Otis presentó un ascensor equipado con un seguro para frenar la caída de la cabina en caso de que se rompiera la cuerda de izado. Fue el principio de la evolución de un artefacto que ha ido cambiando, durante 150 años, el concepto moderno de la gran ciudad. A lo largo de la Historia el hombre se ha estado rompiendo la cabeza para inventar útiles que hagan avanzar el mundo de manera más cómoda.
Para muchos, el gran descubrimiento fue la rueda; para otros, la electricidad, la imprenta, el ordenador o el móvil. Pero lo cierto es que son millones los inventos que, de una forma u otra, han ido cambiando la percepción del mundo, las costumbres de los pueblos e incluso las características físicas de los hombres. Y no es menos cierto que, cuando algo no es novedad y va pasando a ser popular, se tiende a olvidar la influencia que ha podido tener para el desarrollo de la Historia.
Hace 150 años no había rascacielos. La silueta de las grandes ciudades era similar a la de los pequeñas pueblos y sólo se las podía distinguir por su extensión. ¿Cómo sería el perfil de Nueva York sin edificios altos? Toda gran metrópoli tiene que tener sus construcciones y sus símbolos urbanísticos distintivos. La arquitectura, la ingeniería, las máquinas de la construcción, etcétera, han ido evolucionando de forma conjunta para poder llegar a construir lo que hace sólo dos siglos era inimaginable. Pero hay un invento que a veces no se valora lo suficiente y sin el cual nada de esto podría haber tenido lugar. El ascensor, en todas sus variantes, ha sido uno de los grandes colaboradores para la construcción en altura, lo que ha cambiado no sólo el diseño físico de las ciudades sino la forma de vida de sus habitantes y sus costumbres.
Hace 150 años a nadie le parecía un exceso físico tener que subir cinco pisos andando; no podía imaginarse un edificio de 500 metros de altura, porque no podría tener ninguna utilidad; nadie tenía pánico a quedarse encerrado en una caja entre dos pisos; las personas no sentían esa especie de necesidad de experimentar la subida de adrenalina que se produce en una caída similar a la que se daría si se rompiera el cable del ascensor.
Elisha Graves Otis fundó la primera empresa de ascensores del mundo el 20 de septiembre de 1853, en una parte de la fábrica de somieres de Yonkers (Nueva York). Desarrolló un invento que consistía en un elevador con un dispositivo denominado paracaídas que evitaba el desprendimiento de la cabina, incluso con la ruptura de los cables de suspensión, y que fue presentado públicamente un año después en la Exposición Mundial de Nueva York. En los años siguientes, los ascensores se convirtieron en objeto de atracción de hoteles y almacenes de las grandes ciudades y empezaron a transformar el diseño urbanístico, que fue evolucionando hacia "lo vertical".
La invención del ascensor eléctrico, en 1889, fue un factor fundamental en la evolución de este medio de transporte y sentó las bases para que en 1903 apareciera el elevador a tracción sin engranajes, que demostró que podía sobrevivir incluso al propio edificio.
Durante este siglo y medio han sido muchos los avances que se han ido desarrollando en los ascensores. Se ha inventado el "ascensor mirador", que va por fuera del edificio y tiene cristal para ver el exterior, los grandes montacargas, los ascensores de lujo, las amplias cabinas para los hospitales, los que tienen memoria, los que disponen de puertas de seguridad, los que se cierran mediante un sensor, los que tienen espejos dentro, los que ya no tienen que ser "conducidos" por un ascensorista, etc. Todo hasta llegar a cambiar conceptos y costumbres de la ciudad y olvidar, incluso, cuál es uno de esos inventos que más han influido a lo largo de la Historia.
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