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La "movida" de los sondeos

Los juzgados se colapsan, la justicias no da abasto ante la avalancha de denuncias de presuntas corruptelas e irregularidades municipales (Ciempozuelos es por ahora la estrella indiscutible de este tipo de "affaires"), mientras la clase política desempolva, o al menos lo intenta, el espíritu de la movida madrileña, como si de una redención de culpas se tratara. Entre todo ese maremágnum emerge una precampaña, definitivamente oficializada y sobrada de crispación, que ha colocado los focos sobre dos púgiles del cuadrilátero regional: Alberto Ruiz Gallardón y Miguel Sebastián.

Pocos son en el PSOE los que apuestan al día de hoy por una victoria del asesor de Zapatero frente a Gallardón, máxime ahora que la marca ZP baja enteros como reflejan las últimas encuestas del CIS, aunque queda mucha campaña y es previsible que el inquilino de la Moncloa se emplee a fondo para marcar el tanto capitalino y olvidarse así de sinsabores de treguas y tripartitos.

En el socialismo madrileño mucho ruido interno por ello, escenificado por el diputado Pepe Acosta en el último Comité Federal,
donde el jefe de filas del acostismo no se mordió la lengua a la hora de criticar las ingerencias de Ferraz en todo lo concerniente
a las listas y candidaturas de Madrid. Ferraz controla los tiempos, el como, el donde y el quien hasta extremos desconocidos en
una antigua Federación en otros tiempos considerada una jaula de grillos y hoy sometida a la ley del silencio.

La mano del Federal tutela todos y cada uno de los movimientos del flamante candidato, cuya presentación se hará este domingo a bombo y paltillo por el mismísimo Zapatero (Simancas tendrá que conformarse con el papel de segundón en el espectáculo). El mismo que ha hecho ya su primera declaración de intenciones: seguirá siendo independiente, es decir no contempla darse de alto en las filas socialistas, centrará su precampaña en la vivienda y la educación y, hete aquí, quiere ser un nuevo Tierno Galván para Madrid. Añoranza tal vez de los años prodigiosos (Aguirre también se ha apuntado, vía homenaje cultural, a aquella “movida”
pelín hortera, pero entusiasta y rompedora de moldes) o cuidado marketing para limar el perfil tecnócrata y liberal del gurú económico de ZP, asemejándolo con aquel “viejo profesor” (Sebastián dice sentirse heredero ideológico de él, dada su pasada militancia en el PSP) que hizo bullir socialmente hablando al Madrid de los 80.

Todo aparentemente estudiado y medido, pero algo está fallando en los planes electorales de un PSOE en el que hace unas pocas semanas se daba poca importancia al tirón del candidato en cuestión, convencidos que las elecciones municipales y autonómicas podían ganarse con las siglas del partido del puño y la rosa o sí se prefiere con el efecto arrollador de ZP.

Pero las cuentas, según parece, no están tan claras a tenor de unos sondeos que se empecinan también en retratar a Gallardón
como el político más valorado. Sebastián, convencido de su victoria e inaccesible al desaliento, quiere pulverizar a su adversario
con dos cara a cara (veremos si el alcalde acepta el reto), aunque, como más vale prevenir que curar, no vacila tampoco en conjurar
a los espíritus del modernismo y la vanguardia, (sólo le falta encontrar una musa. Tierno la hallo en Susana Estrada) que le
ilumine el sendero hacia la silla capitalina.
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