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Raúl Heras/ esta españa nuestra

Dos puños de hierro

lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
Si a Mariano Rajoy le gusta la ironía, y ha hecho de ella la base de todas sus intervenciones públicas, a Angel Acebes y a Eduardo Zaplana les gusta el cuerpo a cuerpo y la dureza. Usan a veces el guante de seda, pero siempre tienen listo el puño de hierro. En el Congreso del PP lo demostraron varias veces.
Al ya secretario general del PP y ex ministro de Interior no le tembló la voz cuando acusó a los socialistas de querer volver al 36 y al enfrentamiento civil entre españoles, y el portavoz popular en el Congreso rescató el viejo eslogan de “paro, despilfarro y corrupción” para referirse al PSOE y al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Van a ser los puños de Mariano Rajoy, y es la línea que 48 horas más tarde señalaría José María Aznar como la frontera del futuro.

De todos los nombres –doscientos decimos en la portada de esta revista, y doscientos salen y alguno más– que representan ese futuro, Acebes y Zaplana van a estar en primer plano, junto a Ana Pastor, mujer de la total confianza del nuevo presidente. Al igual que Ignacio Astarloa. Con los dos ha trabajado Rajoy en sus ministerios. Esa primera línea queda cerrada con Sebastián González, leal a Acebes, la sorpresa de Arias Cañete, que ocupa cuota de Andalucía y podría convertirse en candidato si Javier Arenas decide no volver a enfrentarse con Manuel Chaves, el mantenimiento de Loyola de Palacio como veterana y la incorporación de Soraya Sáenz de Santamaría, muy joven y muy fontanera del partido. Su pluma se nota en muchos de los textos leídos por el líder. Algo de liberalismo y mucho de confesionalismo.

Se han “caído” a última hora dos de los que parecían fijos: José María Michavila y Carlos Aragonés. El primero queda en un cuarto plano, bajo la tutela de Acebes, y el segundo tendrá que contentarse en igual plano con seguir apoyando a Zaplana.

Se ha confirmado que a Alberto Ruiz-Gallardón no le quieren, pero le necesitan mientras siga ganando, y que Rajoy paga los esfuerzos y ayuda en las situaciones difíciles: ahí están Juan José Lucas, Javier Arenas y, sobre todo, Federico Trillo para demostrarlo. Los tres están de retirada, pero no se podían quedar a la intemperie, que eso es la militancia de base para todo aquel que ha ostentado un alto cargo.

Gabriel Elorriaga es un caso singular. Ha pasado de presidencia y de Aznar, a Génova y a Rajoy, sin el choque entre el expresidente y su sombra que ha protagonizado Aragonés, por más que su “chica”, Lucía Figar sea la madrina del nieto de Aznar y las dos jóvenes parejas salgan a cenar juntos. El llamado clan de Becerril ha desaparecido, deglutido por la estructura del partido, o puesto a las órdenes de Acebes y Zaplana, con todas sus ramificaciones provinciales, y todas sus víctimas, como Alejandro Ballesteros y Tomás Burgos. Desde Valencia a Canarias.

Sorprende el mantenimiento de Celia Villalobos y el escaso papel de Dolores de Cospedal, Elvira Rodríguez y Cristóbal Montoro, los tres de probada eficacia y formación. Como sorprende el escaso papel otorgado, en principio, a las “gentes” de Rodrigo Rato, con Juan Costa y Elena Pisonero a la cabeza. Ya veremos qué ocurre en la batalla interna de Madrid.

El resto es mucho de cuota regionalista y equilibrios entre las distintas “familias” que conforman el Partido Popular. La más joven: Concepción Gamarra, 29 años y de Logroño. El más viejo: Juan José Lucas, 60 años y con varios ex a sus espaldas. En la cúpula de las secretarías ejecutivas, empate entre hombres y mujeres, tres por tres. Portavoces masculinos en Congreso, Senado y Europa.



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