Nino Olmeda
Banderillas negras

No podía ser de otra forma. ¿Cómo no iba a estar presente en el Legislativo, entre los representantes del pueblo madrileño, la llamada Fiesta Nacional, estando como estamos en pleno San Isidro y muy atentos a los carteles de la plaza de toros de Las Ventas? La diputada popular Sonsoles Aboín llevó al pleno de la Asamblea de Madrid la decisión del Ayuntamiento de Barcelona de declarar este municipio ‘ciudad antitaurina’.
Trajo esta cuestión, cómo no, para dar caña a la izquierda, al tripartito y reivindicar para ella y su formación la patente de españolismo. Tras explicar que los autores de esta declaración, que ha sido muy cuestionada por los amantes de la tauromaquia y por aquellos que son claramente antiprohibicionistas, culpó a la izquierda de querer acabar con este arte, tan ligado al flamenco, que también quiere ser eliminado por los rojos de siempre, según la diputada torera.
Después de toda esa fraseología, la parlamentaria del PP pidió al Gobierno regional, en manos de su mismo partido, que proteja y fomente el toreo. Como era de esperar, Aboín se llevó una buena ovación de los escaños de la izquierda plural y algunos agitaron folios en sus manos, a modo de pañuelos, para pedir la oreja. De haber hablado más tiempo, con el ímpetu que lo hizo, seguro que habría salido a hombros.
A muchos resultó gracioso que el PP, tan atento como está a todo lo trascendental, dedique una parte de su tiempo parlamentario a dar lecciones de toreo, flamenco y españolismo. Las banderillas negras de verdad no son las que cita Aboín para hablar de las decisiones de otros, sino las que se esconden las taquillas de los grupos parlamentarios, para colocarlas, si fuese necesario, sobre la espalda de alguien, casi siempre de su mismo grupo. No hay nada como el cainismo político, dicen algunos de los que han sufrido esta suerte del toreo que es el momento de colocar las banderillas al morlaco para meterlo por el carril.
Este cainismo saltó entre los afectados por una noticia relativa a las artes, malas, por supuesto, de los que mandan en el Grupo Socialista, a la hora de impedir que sus señorías del PSOE acudiesen a la colocación de la primera piedra de la nueva Ciudad Deportiva del Real Madrid. Dicen algunos conocedores y sufridores de esta decisión, que las invitaciones al acto fueron retiradas por militantes del partido de las taquillas de los diputados socialistas y que los que, ya la tenían, se quedaron también sin ellas.