
Blanco defiende a Aguirre
El ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE se ha convertido en uno de los mayores defensores de Esperanza Aguirre. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha comprobado en sus propias carnes políticas que el otrora “látigo” de su gestión y de sus posturas partidistas como dirigente del PP ha cambiado el discurso y ya no la ve tan peligrosa para los intereses del PSOE.
Desde las trincheras de sus respectivos partidos los dos se golpearon sin piedad. Ahora, sonríen, pactan, acuerdan y el socialista pone de relieve en cuanto tiene ocasión el distinto trato que recibe “Esperanza” entre los suyos al comparar situaciones. La última: el comportamiento de la dirección nacional del Partido Popular con algunos dirigentes de Madrid y con otros de Valencia en relación a todo el escándalo de presuntas corrupciones de la denominada “Operación Gürtel”. El enemigo o adversario ha cambiado en el último año. Es otro, y en eso coinciden: se llama Alberto Ruiz Gallardón.
Nada más tomar posesión de su cargo y después de haber invitado a Aguirre a su toma de posesión en el Ministerio, José Blanco ha dicho que sí a la tranferencia de Cercanias de RENFE, a la construcción del nuevo aeropuerto en la zona Suroeste de la región, entre El Alamo y Navalcarnero, y al cierre de la M-50, tres exigencias de la Comunidad que la anterior responsable de Fomento, Magdalena Alvarez, se negaba a conceder. Los tiempos cambian y la inversión y el desarrollo de las infraestructuras es vital para combatir la crisis económica. Y en ese terreno Madrid es la región más dinámica, con más empresas y que más contribuye financieramente a los gastos del Estado.
Todo ese paquete de medidas pactadas tras su primera entrevista demuestra que el número dos del socialismo tiene claro que “ganar Madrid” para sus colores pasa más por la colaboración que por el enfrentamiento, y que colocar a Esperanza Aguirre en el centro de la diana no le ha reportado a los suyos ningún rédito electoral. Todo un cambio que afectará al propio ritmo opositor de Tomás Gómez, el líder regional del socialismo que tiene en Rodríguez Zapatero y en Leire Pajín sus principales apoyos. Además, defendiendo a la presidenta madrileña frente a Mariano Rajoy y Alberto Ruíz Gallardón, el número dos del PSOE pone de manifiesto las contradicciones internas del PP y la soterrada lucha por el poder que aún se vive en la derecha española y que durará hasta los próximos comicios electorales, en los que de forma definitiva Rajoy se jugará el ser o no ser. Ese calendario pone por delante de las generales, las elecciones municipales y autonómicas, con el socialismo deseoso de ganar en dos territorios tan emblemáticos como los de las Comunidades de Madrid y Valencia.
Aguirre, que es capaz de mover ficha con una gran rapidez, se ha dado cuenta del envite y ha comenzado a pactar en casi todos los terrenos, bien aconsejada por su número dos, Ignacio González. Desde las infraestructuras al poder dentro de Caja Madrid. Tampoco a ella le conviene mantener un choque continuo con el PSOE, aunque si mantenga las distancias con su secretario general en la Comunidad, Tomás Gómez. Representó ese papel de látigo del Gobierno central ante la falta de definición de su partido durante la pasada Legislatura, hasta el Congreso del PP en Valencia hace un año, cuando a suceder a Mariano Rajoy. Pasado ese periodo, los ataques que recibe desde dentro de su formación le han hecho medir más sus pasos e intentar no mantener abiertos demasiados frentes, que la desgasten de una forma inútil.
En ese contexto los intereses políticos de Aguirre y Blanco coinciden. Ella no se fía de Rajoy, ni de Gallardón; y el ministro de Fomento cree que la estrategia de acoso a la responsable madrileña por parte de los suyos está equivocada. Tal y como está la estructura de fuerzas internas en el PP, las posibilidades de Aguirre de liderarlo son escasas, mientras que es muy posible que el actual alcalde de la capital quiera y pueda integrarse en el equipo de Rajoy de cara a las elecciones generales del 2012, algo que podría fortalecer las posibilidades de victoria del político gallego, sobre todo si Madrid no consigue “ganar” las Olimpiadas de 2016.
Aguirre, a través de tres de sus consejeros, se ha acercado a la izquierda política y a los Sindicatos. Percibe que la ofensiva es muy fuerte y necesita pactos para ganar o al menos sobrevivir, y al tiempo procurar que la atención se desvíe hacia otros lugares. Si con Blanco sus relaciones han mejorado y mucho, lo mismo está intentando hacer con Zapatero. Es su tarea más fácil. La dificultad está dentro, en su propio partido.