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Javier García-Renedo

Esperando los brotes verdes

Presidente de la Asociación Española de Centros Comerciales
Tiempo de incertidumbres que nos trasladan a un mundo inmobiliario en el horizonte cercano en fase interna de ajuste, es decir, necesitado de perspectiva para planificar el futuro.

Salimos de una situación excepcional, aún sin recambio en nuestro modelo productivo y que valorando en conjunto el sector inmobiliario y la construcción, ha representado cerca de un 20% del PIB español. Este cuadro ha sido posible debido sobre todo a tres circunstancias difíciles de reproducir en el futuro. Ayudas europeas, dinero barato con liquidez del sistema financiero y una iniciativa política que ha querido situar el entorno de estabilidad en un nivel de vida de nuestros ciudadanos similar al de los países más desarrollados del viejo continente.

Mientras este gran empeño colectivo, el de la convergencia real con la Europa más desarrollada, aún sin concluir plenamente, ha significado un éxito del conjunto de la sociedad española, que para el sector inmobiliario durante el período 1993-2007, se ha convertido en actor principal del marco económico dedicando una parte sustancial de sus recursos a resolver definitivamente el problema de la vivienda, algo que nos demandaba nuestra posición en Europa.

Con ello, se ha logrado al mismo tiempo dotar a las infraestructuras de equipamientos similares al resto de Europa, lo que nos sitúa en la pista de lo que habrá que diseñar en el futuro inmobiliario. Pero, eso sí, el nuevo escenario demanda sin demoras otras estrategias y definir los objetivos en un marco de referencia que ha cambiado y que necesariamente precisa un análisis diferente.

Es un hecho innegable que el cambio de ciclo viene marcado por un golpe que ha colapsado las decisiones de inversión, en especial las basadas casi exclusivamente en la financiación. Con el crack nos llegó un cambio de modelo y, por ello, algunas decisiones o se paralizaron o definitivamente se anularon. Es decir, se entraba en una etapa de cambio de sistema, en especial en el inmobiliario.

Como ha ocurrido con nuestros vecinos europeos, nos encontramos con un país sustancialmente construido y con el problema habitacional resuelto, pero, al mismo tiempo, aparecerán oportunidades de promover superestructuras inmobiliarias que cohesionen el territorio y que aporten valor al conjunto de la economía española. De esta forma, nuestra economía podrá iniciar la ansiada recuperación sobre la base de una vuelta a la confianza, ahora perdida.

En esta situación, estamos inmersos en preparar el inicio de un nuevo ciclo en el que las infraestructuras logísticas den sentido a toda nuestra inversión, con la aparición de los nuevos espacios de trabajo y desarrollo en ciudades intermedias como Valencia, Bilbao, Zaragoza, Sevilla y Málaga. Además, incorporando altas aportaciones de innovación, estas ciudades se situarán en los niveles de sus semejantes en Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia para llegar, al final de este gran reto que afrontamos cara al futuro, alcanzar la reestructuración del sector comercial español.

En este campo, aún por completar el mapa básico de los Centros Comerciales españoles, nos preparamos para llevar a cabo un cambio apasionante en la recuperación de los centros urbanos en declive y la rehabilitación de grandes conjuntos cívicos que han perdido su razón de ser. Como consecuencia, nos llegarán nuevos proyectos de Centros Comerciales más urbanos y más modernos.

Estos nuevos “protagonistas” de la actividad inmobiliaria de nuestro próximo futuro, que en realidad ya es nuestro tiempo y constituye nuestro afán primordial, habrán de atraer un importante volumen de inversión, contribuyendo con ello a consolidar un negocio más orientado a la rentabilidad.

Si levamos a cabo una comparación con los países más desarrollados de Europa, se observa una mayor densidad de España en superficie del comercio minorista y una densidad inferior en Centros Comerciales, lo que nos lleva a la conclusión de que nuestro país cuenta con un amplio margen de crecimiento de la industria de centros comerciales, teniendo en cuenta además el interés de los inversores nacionales e internacionales a pesar de las dificultades actuales de financiación.

Por todo ello, cabe esperar que los centros comerciales mantengan su activa participación en el progreso económico y social, y sigan en el futuro siendo una parte decisiva en la mejora de la eficiencia del sector comercial detallista en nuestro país.

Durante tres décadas, la industria de los Centros Comerciales ha sabido aportar a nuestro país la creación de un innovador formato comercial que ha permitido generar riqueza, crear empleo y controlar los precios, lo que en su conjunto nos acerca a la convergencia real con la Europa más competitiva.

Se habla mucho de los ‘brotes verdes’, y aunque pueden sufrir alguna helada de primavera, llegarán, eso es indudable, pero nos trasladarán a otro modelo. Lo importante es conocerlo a fondo, interpretar las tendencias y hacerlo con acierto. De esta forma, nuestros proyectos volverán a ser viables.

Especialmente en tiempos de crisis e incertidumbre, es oportuno poner de manifiesto las oportunidades que aportan los Centros Comerciales como elementos de competencia y modernización para garantizar un modelo basado en la estabilidad económica.

La fórmula de éxito de los Centros Comerciales siempre ha representado una esperanza en forma de oportunidades para recuperar la confianza y la senda de la recuperación. Para que de nuevo sea posible generar esa confianza, hay que dejar que funcionen todos los elementos que durante décadas han dado credibilidad al sistema. Uno de esos elementos, con una influencia decisiva, ha sido el comercio más avanzado, como el basado en el modelo que aporta la industria de los Centros Comerciales.

Una industria que han contribuido activamente al cambio espectacular experimentado por la sociedad española. Sólo desde el año 2000, los Centros Comerciales ha invertido en nuestro país más de 13.000 millones de euros, lo que ha supuesto la creación de 300.000 puestos de trabajo directos y estables, sobre todo mujeres y jóvenes. En este tiempo, los Centros Comerciales han demostrado una especial capacidad para adaptarse a los cambios y anticipar las nuevas tendencias.
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