pasaba por allí/Olga Heras
La mayoría socialista
Las expectativas electorales se han vuelto en las últimas semanas demasiado desfavorables para el PP, que comienza a prever su caída

Ambicionado durante meses por las altas esferas del PSOE, el difícil empate técnico entre socialistas y populares en el Ayuntamiento capitalino reposa ya sobre la gran mesa del Secretario de Organización Federal, José Blanco.
Trinidad Jiménez camina en estos momentos pareja a Alberto Ruiz-Gallardón en la carrera electoral hacia la Casa de la Villa, donde, según las encuestas cocinadas por la mano de Blanco, los dos primos lejanos y ligeramente antagónicos en su adscripción política, cosecharían, al día de hoy, un similar porcentaje en la intención de voto manifestada por los madrileños.
Los carteles electorales de uno y otro partido se sitúan en una franja de veinticinco concejales, aunque sería Trinidad la que se sentaría en el sillón consistorial, virtud y gracia al apoyo tantas veces anunciado de Izquierda Unida, que con tres concejales, tal y como les atribuyen los sondeos provenientes de Ferraz, darían la mayoría absoluta a los socialistas en la capital.
Los temores de la precampaña, acrecentados con la designación de Gallardón, se han esfumado tras las pancartas antibelicistas que han desfilado y desfilan por las calles de Madrid. La pupila de Ferraz (a la que hay que reconocer que ni ante los peores augurios cedió al desánimo) parece tener al alcance de la mano (y la sonrisa) convertirse, contra todo pronóstico, en la sucesora del actual regidor conservador-cristiano, José María Alvarez del Manzano, a quien los dedos se le vuelven huéspedes cuando intenta ver con claridad cuál será su futuro después de abandonar el sillón en el Ayuntamiento capitalino.
La candidata se podría decir que va poco menos que en volandas, aunque en la trastienda electoral de su campaña hayan surgido incómodos imponderables domésticos, como las discrepancias entre sus principales asesores, Quico Mañero y Alfredo Pérez Rubalcaba.
Uno y otro discrepan, al parecer, sobre el ritmo y la sintonía que debe imperar en los discursos de Jiménez, en los que Mañero defiende el frenesí de la denuncia, mientras Rubalcaba apuesta por un sosiego que deje dormir en paz a los temidos "fantasmas blancos". La crisis entre los otrora prohombres de Felipe González, ahora convertidos en compañeros de viaje de la aspirante a la alcaldía, se ha saldado con una breve huida de Mañero del escenario electoral, concretamente una semana al Caribe, en tanto en cuanto las aguas vuelvan al cauce de la normalidad.
Cuitas internas al margen, los fogones de Ferraz han servido también en bandeja de plata una indiscutible y suculenta mayoría a la candidatura socialista a la Comunidad de Madrid. Rafael Simancas se ha distanciado en veinte puntos de su adversaria del PP, Esperanza Aguirre, lo que le sitúa directamente en el Gobierno regional sin los apoyos de IU. Un poder hegemónico que el propio Simancas viene anunciando entre líneas desde hace unos días, mostrando su deseo de constituir gobierno con sus propios efectivos políticos. Favorables pronósticos que, tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad, dejan fuera de juego a Los Verdes liderados por José María Mendiluce y Angel Requena, quienes, según los sondeos efectuados por los socialistas, no alcanzarían ni siquiera el 2% de los votos.
El grado de fiabilidad de los augurios de José Blanco parece ser importante ante el desánimo que se respira en los despachos de Génova y entre los candidatos populares. Las expectativas electorales del PP se han vuelto en las últimas semanas demasiado desfavorables para esta formación, en cuyos cálculos comienza a preverse la pérdida de importantes alcaldías, como la de Aranjuez, Alcorcón o Ciempozuelos. Las dos primeras, cruciales en los afanes conquistadores del PP en el sur, han estado sometidas a un fuerte desgaste institucional por parte de los socialistas, a lo largo de una legislatura en la que los tribunales y las investigaciones judiciales han estado en más de una ocasión presentes.
Tampoco los populares, según sus propios datos, lograrían alcanzar el gobierno de ayuntamientos tan significativos como el de Alcalá de Henares, en manos de esta formación la pasada legislatura, donde el Partido Popular confiaba en colocar una cabeza de puente (lo mismo que en Arganda) que les permitiera un posterior avance en el Corredor del Henares. Una auténtica debacle que tiene, cómo no, "daños colaterales" de carácter interno, que previsiblemente comenzarán a plasmarse justo el día después de la cita de los madrileños con las urnas.
La revuelta de los dirigentes del PP tiene por tanto puesta fecha, el 26 de mayo, y será fruto principalmente del descontento que arrastran sus candidatos, sujetos no sólo a los vaivenes de la política de Gobierno de su partido, sino también a una campaña poco coordinada, de carácter muy personalista (la consigna es atacar al PSOE en la línea marcada por Javier Arenas) y a la incapacidad hasta el momento de cerrar las listas.
Los primeros en caer en este cisma serán, previsiblemente, los coordinadores de zona, acreedores de las mayores críticas en esta precampaña, aunque el efecto dominó puede llegar a más altos cargos del partido popular regional. En ese sentido, no faltan los rumores que apuntan ya a la convocatoria de un Congreso Extraordinario tras los comicios con el fin de cambiar la temida dirección.