como la vida misma/Arturo Ruibal
En busca del arca perdida
lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h

Hace muchos años, en un país llamado España, cuyas nativas tenían la rara cualidad de que, cuando besaban, lo hacían de verdad, había una pequeña formación que antaño había sido importante, merced a la suma aguerrida de hoces y martillos, signo de identidad de las tribus obreras que poblaron esas tierras, y era conocida por Izquierda Unida. Hallábase en un momento apurado de su corta historia, pues el pueblo llano le daba la espalda y corría serio peligro de desaparecer.
Su caudillo, un tal Llamazares al que sus cercanos llamaban El Llama, había confiado al capitán Fausto Fernández la reconquista del territorio de Madrid, desde las montañas del norte y oeste hasta las vegas del sur. Fausto, al mando de sus hombres, inició una arrojada campaña que pronto se reveló funesta para sus intereses, pues las mercedes que prometía eran superadas por sus adversarios, más y mejor abastecidos. Decíase en las noches de plenilunio que Fausto no era libre para imponer su táctica, pues sobre él flotaba la alargada sombra de Angel Pérez, anterior capitán de esas tropas, que había renunciado solemnemente al cargo y que secretamente se veía con la infanzona Rosa Aguilar, cuyo apoyo imploraba para encabezar la candidatura a las próximas elecciones generales. La cambiante actitud de Pérez causaba división entre sus huestes, pues algunas mesnadas locales le apoyaban y otras no, lo que causaba grande disgusto al caudillo Llamazares. En esa cuitas se hallaban cuando supo Fausto de la existencia de un cofre, al que llamaban "el arca perdida", de cuyos poderes mágicos se decía que, quien lo abriese, sería aclamado por el 5% de todos los súbditos del reino, cantidad suficiente para convertir al valiente Fausto en caballero de la Asamblea. Sin más tardanza salió en su busca, dispuesto a apoderarse de "el arca perdida", que alguien había enterrado cerca de Rascafría, llegó al lugar, pero vio la tierra revuelta y a una dama que huía a uña de caballo: era Esperanza Aguirre, infanzona de la familia Popular, que se había apoderado del arca y dejaba a Fausto compuesto y sin escaño.