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La correa de Correa

La pregunta del millón es lo que durará en el cargo. En un país, que ha tenido nueve presidentes en nueve años, los escépticos –que son muchos- ya se preguntan la correa que tendrá Rafael Correa.
Si hacemos caso a la tradición, el panorama pinta tenebroso para este economista, que se define como cristiano de izquierdas, está casado con una belga, es padre de tres hijos y promete como Hugo Chávez "avanzar hacia la integración latinoamericana".
Ecuador es un país donde los presidentes duran poco últimamente. La secuencia de derrocamientos comenzó en 1997, cuando Abdalá Bucaram fue destituido por el Congreso por "incapacidad mental para gobernar". El Loco Bucaram fue sustituido por Fabián Alarcón Rivera, al que echó del poder durante tres días la vicepresidenta Rosalía Arteaga, antes de que el Congreso lograse poner un poco de orden. Al año siguiente y tras las preceptivas elecciones, accedió a la presidencia Jamil Mahuad, quien no tuvo otra ocurrencia que imponer el dólar como moneda nacional y tuvo que salir corriendo, perseguido por la muchedumbre. Tras unas horas de triunvirato, durante las que intentaron gobernar al alimón el Comandante del Ejército, un representante indígena y un delegado de la sociedad civil, asumió el mando el vicepresidente Gustavo Noboa.
En enero de 2003, tras un espectacular triunfo en las urnas, ascendió a la presidencia el ex coronel Lucio Gutiérrez, que había pasado una temporada en la cárcel y en 2005, antes de volver unos días a ella, tuvo que escapar a Brasil, hostigado por políticos, militares y manifestantes.
Ocupó su puesto el vicepresidente Alfredo Palacio, a quien ahora sustituirá Rafael Correa. A favor del nuevo presidente juegan algunos factores. También en contra. Sus detractores dicen que es arrogante y prepotente. Sus partidarios alegan que es independiente y muy seguro de si mismo.
También que, además de inteligente, no es un político al uso, lo que no es poco en un país en el que la ciudadanía está harta de líderes cerriles y de políticos tradicionales.
Nacido en la ciudad costera de Guayaquil, Correa tuvo una educación esmerada. Se licenció como economista en la Universidad Católica, hizo después un master en Bélgica, donde conoció a la que es su esposa, y remató con un doctorado en EE.UU. Tiene un verbo poderoso y no sólo en español. Habla inglés, francés y hasta quechua, idioma que aprendió siendo adolescente, cuando trabajaba como voluntario cristiano en una comunidad de la sierra andina.
Aunque fue ministro de Economía en el Gobierno que ahora acaba su andadura, Correa era casi un desconocido hasta que decidió postularse como candidato. De él, sólo se sabe que siente mucha simpatía por el venezolano Hugo Chávez.
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