Rehacer el centro
Los esfuerzos del Ayuntamiento para rehabilitar o, en palabras del Alcalde, "revitalizar" el centro de Madrid, no han tenido hasta el momento buenos resultados.
A diferencia de lo que ocurre en Barcelona, donde gran parte de los edificios del centro de la ciudad se encuentran en buen estado, en la capitalhay muchos edificios viejos que, más que rehabilitados, deberían ser demolidos.
La actual calificación de edificios protegidos ha quedado obsoleta. Muchos de ellos no contribuyen a preservar la fisonomía de la ciudad, pero resultan intocables a la hora de acometer reformas. Es absurda la obligatoriedad de mantener intactas unas fachadas carentes de interés arquitectónico o artístico, que no tienen más virtud que la vejez. Como dijo hace años el que fuera gran arquitecto de la Sota, no todo lo antiguo tiene que ser forzosamente bueno, y algunas casas antiguas son muy malas. El mejor destino de muchos de esos viejos edificios, carentes de interés y de las mínimas condiciones de higiene y habitabilidad, es la demolición. En otros casos, es necesaria una remodelación a fondo, no sólo de sus estructuras, sino también de su distribución interior.
Los planes de actuación del Ayuntamiento se van a dirigir, principalmente, a los barrios de Tetuán y Lavapiés, quizá los más necesitados de una amplia reestructuración. Son miles las viviendas sobre las que se va a actuar, para cambiar la fisonomía de estos barrios y contribuir a mejorar la imagen externa de Madrid. Hay que respetar el pasado y conservarlo en lo que merezca la pena, pero adecuándolo a los avances y necesidades del presente. Es un reto ante el que hay que salvar incontables trabas burocráticas. Por eso el proceso es lento, desesperadamente lento. Otro aspecto a tener en cuenta es el de los costes. En unos casos, será el Ayuntamiento el que se encargue de la totalidad de la obra, y en otros, los propios vecinos financiarán una parte.
Nadie duda de que la rehabilitación del centro de la capital es necesaria. Pero se está llevando a cabo con excesiva lentitud.