Negocios en avión

El presidente de Corporación Financiera Alba (máxima accionista de ACS-Dragados), Carlos March, tiene uno de estos aeródromos en su finca “Altarejos”, en el término municipal de Guadalcanal, en la sierra norte sevillana. Eso le permite ir y venir a sus tierras en avión o en helicóptero tantas veces como quiera.

Otro personaje con aeródromo privado es el ex presidente de Bankinter, Jaime Botín, que es gran aficionado a volar con sus propios aviones. Uno de los amigos con los que suele compartir su hobby favorito es el arquitecto Norman Foster, marido de la sexóloga Elena Ochoa. Hace unas semanas, cuando Foster tuvo que ir de Londres al municipio madrileño de Getafe, para ocuparse del proyecto del Museo de Aviones que se va a montar junto al aeropuerto militar donde nació la aviación de guerra española, Jaime Botín fue personalmente a esperar al arquitecto al aeropuerto, antes militar también, de Torrejón de Ardoz, para ver el avión que se ha comprado Foster.

Más millonarios con aeródromos privados son José María Muro Lara, hermano del director adjunto a la presidencia de Acciona, ubicado en su finca de 795 hectáreas de Muñopedro, en Segovia. O el que posee Avelino Antolín, dueño del Grupo Antolín, en Pozuelos de Calatrava (Ciudad Real). El ganadero Salvador Martín de la Concha tiene también su propio aeródromo en el Coto “Monte Rocío” en los montes Torozos de Valladolid. Agustín Medina tiene otro en Almansa (Albacete y Antonio Almirall en Calaf (Barcelona).

Un magnate inmobiliario al que también le gusta viajar en avión privado, el gallego Manuel Jové, prefiere por ahora utilizar los aeródromos civiles que quitando los de Madrid y Barcelona, todavía no están excesivamente saturados.