Una boda difícil
La boda más difícil para el monarca español es el próximo enlace de su sobrino Juan Gómez Acebo con Gabriela de la Rosa.
La próxima boda en la que tendrá que estar sin falta el Rey va a ser una de las más complicadas y difíciles de su vida. Se va a casar el hijo mayor de su hermana Pilar, Juan Gómez-Acebo y de Borbón, vizconde de la Torre, con Gabriela, hija de Javier de la Rosa, uno de los viejos y más polémicos conocidos del monarca, y ex-socio del que fuera uno de sus hombres de confianza, Manuel Prado y Colón de Carvajal.
Se conocieron durante una de las meriendas en el palacio de La Zarzuela, a las que Don Juan Carlos invitó a la familia De la Rosa. Juan trabaja desde hace 14 años en Freshfields Bruckhas y Deringer, una firma internacional de abogados, y es responsable del área inmobiliaria del bufete en España.
La novia vive en Madrid, es inteligente, abogada (intervino en la defensa de su padre), bella y un poco bohemia. Ya asistió junto al sobrino de Don Juan Carlos al enlace del Príncipe Felipe con Leticia Ortiz, sentándose en la mesa 02 junto a Simoneta y José Miguel Fernández Sastrón, y su prima María Zurita, que estaba acompañada por el ayudante de Campo del Príncipe, Pedro Vázquez de Prada.
La primera de las dificultades para el enlace es que Javier de la Rosa permanece en una situación penitenciaria a medio camino entre el tercer grado y el cumplimiento de la mitad de la pena, y está a la espera de un nuevo juicio, si bien sus cálculos son que si se unen las condenas, y dado el tiempo que ha permanecido en prisión, tan sólo le restarán pocos meses para que pueda moverse con total libertad, tanto dentro como fuera de España.
Ahora, tendrían que darle un permiso especial para que ejerciera de padrino, tal y como hicieron en el caso de Mario Conde para que pudiera asistir a la boda de su hija Alejandra con uno de los hijos de otro financiero catalán, durante muchos años el “embajador” en Madrid de Javier de la Rosa y los ‘petrodólares kuwaities’ y su introductor en algunos de los cenáculos madrileños de mediados de los años ochenta, Manolo Güasch.
Las antiguas relaciones financieras y personales de la época dorada de la beautiful people de los años ochenta reaparecen de forma insospechada veinte años más tarde de la mano de los hijos, que no tienen en cuenta para enamorarse las buenas o malas relaciones que tengan hoy en día sus progenitores.