Si así se produjera, ¿a quién le caería el bastón de mando de la Villa y Corte? Pues ni más ni menos que a la concejala de Servicios Sociales y esposa del ex presidente del Gobierno, toda vez que el número dos de la candidatura, Pío García Escudero, se marchó al Senado a ejercer de portavoz.
A Mariano Rajoy, primero, y a otros dirigentes del PP, más tarde, les comentaron desde la “autoritas” moral y de experiencia que tenía y tiene dentro del partido su interlocutor, que una forma de reactivar a la organización y abrir más “puertas” y voces al exterior era recuperar la fórmula de los tres vicesecretarios generales que puso en marcha José María Aznar. Se trataría de lograr lo que el PP consiguió con Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja y el propio Rajoy. De dos maneras, eso sí: con nombres consagrados y con un largo historial a sus espaldas, tipo Javier Arenas, o con jóvenes con buena imagen y muchas ganas, tipo María San Gil. Y en ese abanico entraban todas las corrientes o familias del PP.
Dentro de ese esquema, al que Rajoy se refería veladamente al hablar del mes de septiembre y de la necesidad de algunos cambios nada más conocerse los resultados de Galicia está la figura de Gallardón. Si no renuncia en estos meses y mantiene su intención de encabezar la lista del Ayuntamiento de la capital, las variables que discuten en la dirección del PP madrileño, y que han trascendido a otras regiones, son tres, sea cual sea la “familia” ideológica con la que se hable y la representación ejecutiva que tenga en estos momentos:
1Mariano Rajoy decide mantener las posiciones tal y como están. Si así fuera, Gallardón contaría para 2007 con la ventaja de que para los populares es más fácil mantener la mayoría absoluta en el Ayuntamiento que mantenerla en la comunidad autónoma, y no existen grupos políticos que puedan ayudarle en ese cometido, salvo que IU se hunda y baje del 5% de los votos, pero quedándose en el 4,5%, por ejemplo. Ya se sabe que el PSOE va a mantener a Rafael Simancas como candidato regional, pero aún no han confirmado a Trinidad Jiménez.
2Desde la dirección nacional se decide “jugar” al ajedrez de la misma forma que lo hizo en 2003 José María Aznar. Se cambiarían los papeles: Gallardón volvería a ser candidato para la Comunidad y Aguirre para el Ayuntamiento. Se trataría de explicar el cambio a los ciudadanos, siempre que los dos equipos “contendientes” en el plano interno lo asumieran. La idea ya la están extendiendo algunos colaboradores de la actual presidenta regional entre los miembros de la dirección y entre los periodistas que cubren la información política. Se hace hincapié en las buenas y largas relaciones que mantienen el número dos del PP, Angel Acebes, y el número dos de Esperanza Aguirre y su principal asesor, el vicepresidente, Ignacio González, junto a su compañero y responsable de Justicia, Prada, y la mano derecha de Aznar en la Faes, Javier Fernández Lasquetti.
3Se les ofrece a “uno de los dos” un cargo en la dirección nacional, una vicesecretaría general, y se deja la puerta abierta a un cambio de candidatura, contando con que la elección de encabezar cualquiera de las dos listas en Madrid le compete al partido a nivel nacional y no a la regional. En esta hipótesis contaría, y mucho, la nueva “zona de encuentro” que parecen haber encontrado un trío de dirigentes que hasta ahora mantenían fuertes discrepancias tanto en el interior del PP, como de cara a la imagen que se debía trasladar a los ciudadanos: Angel Acebes, Francisco Granados e Ignacio González. Los dos primeros, obligados a complementarse en la organización de forma piramidal, y el segundo, con el tercero cohabitando en un Gabinete en el que la reorganización ha llevado al ex alcalde de Valdemoro a “llevarse” competencias de tres consejerías. El secretario general de los populares madrileños se sentía “pinzado” por sus dos compañeros y veía en los ataques a su persona, por la crisis que vive el partido en los municipios de Majadahonda y de Valdemoro, con el sector inmobiliario de por medio, sendas maniobras tendentes a desestabilizar su postura, e incluso su futuro en el partido.
Aguirre y Gallardón se han convertido en el año y medio de ejercicio del poder, desde las elecciones de 2003, en referentes nacionales para el centroderecha español. Puesto compartido por un “ascendente” Francisco Camps, y un iconoclasta como Josep Piqué. Ortodoxa y bien vista en el partido, la primera se ha convertido en uno de los puntales del PP a la hora de criticar al Gobierno de Rodríguez Zapatero, y en símbolo de la organización en cuantas manifestaciones se han convocado contra actuaciones del Ejecutivo nacional. Heterodoxo y criticado, el segundo intentó un acercamiento al poder interno y a la militancia popular con ocasión del último Congreso del PP, creyendo que sería recompensado por Mariano Rajoy con algún cargo en la dirección. No fue así, y se ha tenido que conformar con la invitación a “maitines”, sufriendo el desgaste del fracaso en sus aspiraciones frente a Esperanza Aguirre, que se convertía en presidenta del partido a nivel regional tras “anular” antes de las votaciones internas a Manuel Cobo, que había asumido el papel de “delegado” de Gallardón en la lista alternativa que finalmente no se presentó.
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