ZP: entre ETA y el “non” francés

A ZP se le comienzan a acumular los problemas. Superado, con éxito, el primer año de gobierno gracias a la obstinación de los líderes populares de “jugar por la derecha” y al efecto mediático de ciertas leyes y medidas que en otras épocas hubieran sido menores, pero que han alcanzado justa fama por la oportunidad con que se hicieron. Me refiero al matrimonio de gays y lesbianas, a la regulación de medio millón de inmigrantes “sin papeles” y a la violencia contra la mujer.
Mientras tanto, el PP seguía insistiendo, y perdiendo un tiempo precioso, en que ETA tenía que estar detrás de los atentados terroristas del 11-M, haciendo bueno el cuento de los dos conejos a los que cogieron los perros mientras discutían, en vez de correr, sobre si los que les perseguían eran galgos o podencos.
Ahora, a la vista del fracaso de Chirac en el referéndum sobre la Constitución europea, se ha visto que Zapatero no hubiese “ganado” con tanta facilidad la votación del 20 de febrero si la oposición, de izquierdas y de derecha, hubiera cerrado filas contra el tratado, lo mismo que ha ocurrido en Francia. Pero ZP fue más listo, y supo presentar desde el principio el tema como una cuestión de Estado y no como un refrendo o rechazo a su Gobierno. Lo ocurrido en Francia demuestra que en la política europea no hay ya temas de Estado cuando se trata de darle al contrario.
Los franceses con su “non” han puesto de manifiesto que, en época de crisis económica, los ciudadanos se fijan más en las condiciones de vida que en los grandes temas de Estado. Y eso debería hacer reflexionar a Zapatero, metido, como está, de lleno en intentar solucionar dos graves problemas de alta política: las negociaciones con ETA y la organización de la Europa de los 25, un monstruo que a todo el mundo le pareció demasiado grande, pero al que nadie se atrevió a ponerle reparos con la idea de que o Europa crece y llega a todo el continente, o no vale.
Nadie duda de que Zapatero ha ligado su futuro –porque así lo ha querido, igual que Aznar se la jugó a la carta de Bush- a encontrar una solución negociada para ETA, con el respaldo mayoritario de casi todas las fuerzas políticas, incluidos importantes dirigentes del PP, y, me atrevería a decirlo, de muchas fuerzas sociales. Lo mismo que, en política internacional, ha apostado por una alianza estratégica con Alemania y Francia.
Curiosamente ha sido esta segunda baza la primera que le ha fallado estrepitosamente. Sus máximos aliados, que han brillado sin nubes en los últimos ocho años, Chirac y Schröder, se han venido abajo de repente (o así lo hemos notado), dejando a Zapatero sin un sostén internacional claro. Todavía está por ver si Chirac aguantará el tirón, pero el que parece haber tirado definitivamente la toalla es el canciller alemán. Aznar estará contento al ver que su aliado estratégico, George Bush, con muchos más problemas internos y externos, ha sobrevivido mejor a la crisis de Irak que el presidente francés y el primer ministro alemán a sus problemas internos.
Lo mismo que su otro amigo, Tony Blair, al que muchos le auguraban un futuro parecido al del ex presidente español y que, sin embargo, consiguió revalidar su triunfo en las últimas elecciones, lo que le permitirá retirarse a tiempo y con la cabeza alta, aunque lo menos que le han llamado ha sido “mentiroso”, por inventarse aquello de que tenía pruebas de las armas de destrucción masiva que albergaban, según él, Bush y Aznar, los arsenales del dictador Saddam Hussein.
La derrota del “sí” en Francia ha dado, además, alas a los socios de izquierda (IU) y del nacionalismo catalán (ERC), a los que Zapatero tenía prácticamente neutralizados, amenazándoles con el “lobo” del PP. Con los datos franceses en la mano, Gaspar Llamazares volverá a la carga de sus peticiones de más medidas sociales, y los republicanos de Carod le recordarán que sin ellos ZP no sería nadie y que podría verse obligado a convocar nuevas elecciones antes de lo previsto.
Un buen resultado en las elecciones gallegas del 19 de junio para el PSOE volvería a colocar las cosas casi donde estaban. Eso dando por seguro que el Bloque (BNG) de Anxo Quintana está por la labor de pactar con Emilio Pérez Touriño y no exija demasiados cargos ni demasiadas cosas. Y “tocando madera” para que a ningún outsider de ETA le de por matar, que eso sí que volvería a cerrar cualquier atisbo de negociación. ETA nunca ha tenido una dirección clara, y siguen siendo muchos los militantes que piensan que cualquier acuerdo con el Gobierno español es una traición.
El segundo año de Zapatero al frente del Gobierno no ha podido empezar más emocionante y con dos temas de primera magnitud. Los que pensaban que “Bambi” no se iba a atrever con los temas cruciales de España, estaban evidentemente equivocados.
Queda lo más importante: saber si el Gobierno de Zapatero es capaz de encontrar soluciones factibles y si la opinión pública las acepta sin problemas. Tiene una importante ventaja a favor frente a sus colegas europeos: que la economía española va bien y los españoles no están crispados como los franceses y los alemanes.
Es, por lo tanto, buen momento para hacer esa segunda transición que la derecha de Aznar también tenía en gran parte prevista, pero que no se atrevió a hacer hasta el extremo de acabar confundiendo problemas nacionales con la geopolítica y a ETA con Al Qaeda y Osama Ben Laden.