www.euroinmo.com

El 'lifting' de Fraga

lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
En los carteles de la campaña electoral gallega, el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, aparece con veinte años menos. El corrector digital del fotógrafo le ha hecho un lifting facial que le rejuvenece y evita que los ciudadanos convocados a las urnas y sometidos durante 365 días del año al culto a la juventud, comparen al candidato del PP con los mismos iconos publicitarios de sus contrincantes, el socialista Pérez Touriño y el representante del BNG, Anxo Quintana.
Ninguno de los tres parece despertar excesivo entusiasmo entre los votantes, de ahí lo apretado del resultado que avanzan las encuestas, por diferentes causas, que van desde el cansancio a las conocidas peleas internas que existen en cada uno de los grupos, pero… el presidente de honor del centro-derecha lleva 40 años sin bajarse de un coche oficial, y los dos que aspiran a destronarle sumando sus escaños tienen por delante el beneficio de la duda.

El lifting publicitario que le han hecho sus asesores, Manuel Fraga lo está acompañando con su propio lifting político. Un posicionamiento en la España de mediados de 2005 que demuestra hasta qué punto el que fuera representante de la derecha más pura y dura se ha moderado hasta “nacionalizarse” en gallego, y en estas semanas previas a su trascendente cita con las urnas hasta “comprender” y alentar la vía del Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero para acabar con la violencia terrorista de ETA, lejos, muy lejos de la doctrina oficial del PP plasmada por Mariano Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación. Y para darse una vuelta por los 300.000 votos de la emigración que viven en Sudamérica, al tiempo que recibía, abrazaba y se fotografiaba con el denostado hermano de Fidel Castro.

Fraga es fiel a sí mismo. Es un lobo estepario que quiere cubrir los últimos tramos de su camino vital desde la presidencia del Gobierno gallego y no desde la oposición que tan bien conoció durante los primeros años de la democracia, cuando, tras “robarle” Adolfo Suárez y Pío Cabanillas su “centro”, tuvo que realizar una larga y penosa travesía del desierto hasta desembocar en las más anchas aguas de la mayoría de gobierno, ya con José María Aznar al timón.

Con los dos pies en la tierra, el político gallego, que se bañó en Palomares cuando fue necesario, que se puso bombín cuando lo consideró oportuno, y que cambió de liderazgo y candidato cuando así se lo aconsejaron y convencieron, pasando de Hernández Mancha a Isabel Tocino y de ésta (nonata) al por entonces joven y semidesconocido presidente de Castilla y León, ve y sabe que el duro escorzo hacia la derecha que ha experimentado su partido desde las pasadas elecciones generales no le conviene nada en su inminente cita con las urnas. Ante las cristalinas cajas rectangulares se gana si la imagen del partido y de su cabeza de lista se mantiene entre el 4,5 y el 5,5 de una horquilla que tendría en el cero a la extrema izquierda y en el 10 a la extrema derecha. Y el Partido Popular, en este mayo de 2005, se encuentra, según sus propias mediciones, en el 6,5, un punto que se hace eterno cuando de reclamar el voto se trata.

El presidente de honor y fundador del PP conoce de memoria una de las reglas de oro de la democracia: quien pierde desde el poder y con toda una vida ya recorrida, se queda sin peso político. Y en Galicia, si no consigue ganar por mayoría absoluta –que es la que necesita para mantenerse al frente del Ejecutivo– la suma de PSOE y BNG le dará a Touriño la presidencia y a Quintana una vicepresidencia o el equivalente. El ejemplo catalán está muy cerca.

Si gana, podrá no sólo mantenerse al frente del Gobierno, también mantendrá su ascendente interno en el PP. El último mohicano, el último representante de una generación que comenzó su andadura pública con Franco, la continuó con Juan Carlos I y hasta puede “intentar” continuarla con su sucesor. Si logra darle a Mariano Rajoy su primera victoria frente al PSOE de Zapatero, tras la debacle de las elecciones generales y los medidos fracasos de Cataluña y Euskadi, Fraga podrá limar, limitar y hasta anular la evidente influencia que José María Aznar mantiene en el partido y en su cúpula dirigente.

En Galicia se está jugando mucho más que unas elecciones autonómicas. Una gran parte del futuro del PP pasa por los resultados que se consigan de la mano de su octogenario dirigente; y una buena parte de los planes del socialismo que representa su actual líder y presidente del Gobierno de la Nación, con reforma constitucional por medio, puede dar su primer traspié de fracasar Pérez Touriño.

Pendientes de las urnas están los dos grandes partidos, pero también las formaciones nacionalistas vasca y catalana, que quieren ver lo que pasa con el BNG tras la salida de la dirección de Xosé Manuel Beiras, quieren ver si el Bloque puede formar Gobierno con el PSOE en una nueva mayoría en Galicia, y con el futuro del País Vasco con Ibarretxe o Patxi López aún sin cerrar; y esperan para ver si pueden enviar nuevas facturas “territoriales” a un Zapatero más débil, o tienen que conformarse con los “recortes” que el presidente y sus ministros impongan desde una nueva victoria.

Postdata.- Los principales líderes regionales del PP apuestan por un congreso extraordinario o una convención del partido, pase lo que pase en Galicia. Creen que Rajoy debe ser quien convoque y “mover” a la actual dirección, tanto en Génova como en el Congreso.


[email protected]
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios