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Raúl Heras

España dirá sí, pero…

lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
Con la abstención por encima del 60%, si hacemos caso a los últimos sondeos, España va a decir ‘sí’ a la nueva Constitución Europea. Va ser un ‘sí’, sin entusiasmo. Un ‘sí’ ganador claro frente al ‘no’. Zapatero aparecerá de nuevo como vencedor, tanto frente a un Rajoy que le ha secundado en la afirmación a la Carta Magna continental, como frente a la izquierda y el nacionalismo que ha defendido la negativa. Y desde el 20 de febrero, de cabeza a la carrera electoral vasca, en ese confuso grupo político en el que la oposición que quiere derribar al Gobierno, le apoya; y aquellos que le sostienen parlamentariamente e incluso tienen previsto desarrollar nuevos pactos, se coloca frente a su opción europea.
Desde los datos del CIS a los que manejan los institutos demoscópicos privados, se puede afirmar que el Gobierno Zapatero va a poder presentarse en la noche del domingo con la victoria del ‘sí’ en el referéndum. Una victoria amplia, cifrada en torno al 60% de los votos, frente a un ‘no’ que se muestra incapaz de superar la barrera del 30%. La “trampa” del resultado estará en lo que hasta última hora ha sido el gran miedo de ZP y sus ministros: la abstención. El sueño de que bajara del 50%, va a ser eso, un sueño. Y habrá que afrontar la tarea de explicar que el escaso entusiasmo de los españoles ante la consulta no desvirtúa el hecho de que una gran mayoría de los ausentes –eso dicen los sociólogos, con nuestro particular consultar, Carlos Malo de Molina a la cabeza– si tuviera que elegir, elegiría el ‘sí’. También, que una parte de la abstención se puede y debe interpretar como un pequeño y “poco costoso” en términos reales, “voto de castigo” al Gobierno.

El presidente decidió ser el primero en abordar la aprobación del texto elaborado bajo la dirección de Giscard Dèstaing. Analizado su comportamiento, el reto tenía dos vertientes: una de política exterior, para fortalecer su imagen, deteriorada por su enfrentamiento con Estados Unidos y los sucesivos desplantes de la Administración de George Bush, abriendo el camino al resto de sus colegas europeos y buscando un cierto liderazgo junto a Francia y Alemania que cada vez está más perdido, sin que sepa nuestra diplomacia dónde colocar a nuestro país: si como cola de león o cabeza de ratones. Y otra de política interior, que es la que mejor le ha salido: ha obligado a la dirección del PP a apoyar la iniciativa y sumarse a un ‘sí’ al que las bases del PP les gustaría cambiar por un ‘no’ dentro de la división que cada vez es más pública entre lo que representaba y representa José María Aznar e incluso Angel Acebes, y la personalidad emergente de Mariano Rajoy; se ha distanciado de los socios incómodos de la izquierda y el nacionalismo, cuya postura vuelve a colocar en el centro del espacio político a los socialistas tras sus gestos “sociales y culturales” tan criticados por el aparente izquierdismo que encerraban; y ha colocado a “su” PSOE un poco más lejos, una “cucharadita” más lejos del partido que representaron Felipe González y Alfonso Guerra.

El referéndum le va a servir al sonriente y duro Zapatero para acentuar su condición de líder, para hacer aún más visible su mando en el seno del socialismo; su holgado crédito popular frente al resto de los dirigentes de las otras formaciones políticas (algo que se percibe en cada sondeo del CIS ). Y para algo menos visible en estos momentos, de una mayor sutileza, y de mucha mayor importancia: va a tener las manos más libres y seguras para negociar con el complejo entramado del nacionalismo vasco, tanto con los demócratas del PNV como con los violentos de ETA en su versión parlamentaria.

De paso, aprovechando el tirón popular, comenzará a alejarse del problemático, personalista y difícil Pascual Maragall. Una última jugada para la que ya cuenta con su ministro de Industria, José Montilla, y con una buena parte del empresariado catalán, encabezado por el ambicioso dúo que dirige el conglomerado financiero e industrial de La Caixa, Fornesa y Brufau. Si además el socialismo consigue en otoño desalojar al PP del Gobierno de Galicia en la persona de Manuel Fraga, el esquema de futuro elaborado entre los “cabeza de huevo” de La Moncloa y el equipo que en Ferraz dirige Pepe Blanco comenzará a ser creíble: el PSOE volverá a gozar de mayoría absoluta en el Parlamento nacional, ya sea en 2008, cumpliendo la Legislatura, o un año antes, en una superconvocatoria electoral que una municipales, autonómicas y generales. Ese es el cuaderno de ruta, el block rosa del partido en el poder y de su secretario general.

El único temor real que ensombrece los planes a corto y largo plazo de Rodríguez Zapatero es que en las últimas 72 horas ocurra algo que dispare los niveles de abstención o que active los mecanismos de defensa partidista de los votantes del PP. En la primera de las hipótesis, si la falta de afluencia a las urnas superara el 70%, ni dentro, ni fuera de España podría presentarse el resultado como un éxito, por más porcentajes que exhibiese el ‘sí’ frente al ‘no’. En la segunda, la sola imagen del ‘no’ ganando al ‘sí’, con una mayor participación de los votantes, colocaría a Zapatero y a su Gobierno ante la necesidad de una crisis.



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