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Construcción sostenible

Ladrillos de papel, cáscara de cacahuete y plástico

lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
La búsqueda de nuevos materiales de construcción que hagan de esta actividad un proceso más ecológico ha hecho que el Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE) de la ciudad de Córdoba, en Argentina, esté promoviendo proyectos para el reciclado de materiales y su transformación en elementos de construcción. El primero de ellos ha sido el papel procedente de los envoltorios de las golosinas, que ha servido para la creación de ladrillos de papel con los que seis jóvenes desempleados de 18 a 24 años han realizado obras de ampliación en sus viviendas. Esta iniciativa se ha llevado a cabo mediante un acuerdo firmado con el fabricante de golosinas Arcor, que produce 1,5 toneladas de papel mal entintado al año, y gracias a la financiación de la agencia alemana GTZ-Gate.
Antes de hacer realidad esta idea, la empresa enterraba el papel que le sobraba, sin embargo, ahora, se mezcla con cemento y otros aditivos y se crean ladrillos tan resistentes como los convencionales. El material resultante no sólo garantiza una construcción segura, sino que proporciona aislamiento térmico e hidrófugo perfecto. Según la revista National Geographic este material se llama “papercrete” y se trata de una mezcla de papel reciclado, cemento, agua y arena que ya estaba patentada desde 1928 y que ahora se ha redescubierto. Sea como fuere, si estos materiales se comprimen correctamente, los ladrillos son resistentes incluso al fuego, una vez que han estado expuestos durante nueve horas a 1.800 grados centígrados.

Desde otros puntos de vista, los ladrillos de papel tienen un coste menor y un peso también inferior. En concreto, si un ladrillo común pesa 2,5 kilogramos, los de papel pesan 1,1 kilos y, enlazando con otros proyectos de investigación puestos en marcha, aquellos elaborados a partir de cáscaras de cacahuete cuentan con un peso de medio kilo, y los hechos a raíz de plásticos vienen a pesar un kilogramo. Y es que tanto desde el CEVE como desde el Museo del Reciclado del Gobierno de la ciudad, del Centro Experimental de la Producción y de la Universidad de Buenos Aires se investiga para el desarrollo de nuevos materiales que se elaboren a partir de aquellos residuos.

La elaboración de ladrillos a partir de cáscaras de cacahuete está aún en etapa experimental, pero no es de extrañar que se intente, ya que la producción de este fruto en la provincia de Córdoba supera las 450.000 toneladas al año y con esta iniciativa se ha calculado que sería posible aprovechar el 90% de los desechos generados por su cultivo.

Otra de las iniciativas llevadas a cabo por esas instituciones es la creación de tejas, placas o suelos a partir de latas de gaseosa, botellas y cajas de tetra-brick, dando buenos resultados.

También los envases de plástico duro, hechos con PET, fueron uno de los primeros elementos puestos en estudio. Todo ladrillo está compuesto por un árido y por un ligante que le da consistencia, y el plástico siempre había sido utilizado como árido en estos proyectos. Sin embargo, el CEVE ha comenzado a utilizarlo como ligante para las cáscaras de cacahuete y para las virutas de madera, con el fin de crear tejados, aunque también esta mezcla está en fase de experimentación.

La actividad de investigación del CEVE, que lleva a cabo desde hace cuatro décadas, pretende no sólo la creación de nuevos materiales y la construcción de edificios ecológicos, sino también generar trabajo en zonas marginales y contribuir a la educación de los constructores con la transferencia de nuevos conocimientos. Así, en el Museo del Reciclado reciben formación los cartoneros y el CEVE ha dado la oportunidad a jóvenes desempleados de ampliar sus viviendas con estos nuevos materiales.
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