Madrid en vertical

Es una nueva muestra de un Madrid en vertical, que tuvo su primer exponente, en la época contemporánea, en el Palacio de Comunicaciones, obra de Palacio y Otamendi, inaugurado en 1919, con su torre de 70 metros de altura, al que seguirían el edificio de Telefónica (1929) que fue en su momento el más alto, no sólo de Madrid, sino de Europa, con sus casi 90 metros y, dentro de la Gran Vía, el Palacio de la Prensa (1928), y el edificio Carrión (1933).

El edificio España, proyectado por Joaquín y Julián Otamendi, se situó en 1953, con sus 114 metros de altura, como el más alto de la capital y también de Europa. Cuatro años después, la Torre de Madrid fue calificada como la más alta del mundo construida en hormigón. La década de los ochenta fue la de Torrespaña (el famoso “Pirulí”) y Torre Picasso. La de los noventa, la del Faro de Moncloa y las Torres Kio, junto a las que se va a situar el proyecto de Calatrava.

Madrid crece en todas direcciones, también en vertical, como si quisiera hacer buena la frase “De Madrid al Cielo”. Los monumentos no plantean problemas de congestión y aglomeración. Los rascacielos de viviendas y oficinas, sí. Levantar un elevado número de pisos puede amortizar el coste del suelo, que en la capital está por las nubes, pero sus repercusiones en la seguridad y , sobre todo, en el tráfico, requieren una cuidadosa planificación de las vías de acceso y comunicación en zonas de por sí ya congestionadas.

En este sentido, el del tráfico, el monumento de Calatrava no parece perjudicial. No podemos decir lo mismo de los super-rascacielos de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid en el paseo de la Castellana, que pueden convertirse en un semillero de atascos y de problemas circulatorios.