En Japón se estudia el tratamiento de pacientes con robots ‘enfermeros’ y ‘mascotas’
Terapia robótica para ancianos y enfermos
Gema Fernández/ Tokio
lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
La robótica está revolucionando la medicina, al menos en Japón, un país que ha comenzado a utilizar prototipos de alta tecnología para que cooperen en los tratamientos a enfermos mentales y ancianos.
En los últimos años, empresas como Honda, Toyota o Sony se han unido para crear robots cuyas capacidades son verdaderamente sorprendentes. Así, pueden correr, bailar, realizar tareas del hogar y hasta tocar la trompeta, convirtiéndose en auténticos ‘compañeros’ para sus propietarios. Muchos son los científicos que han subrayado los resultados positivos del uso de esta tecnología, pero este tipo de tratamientos también generan algunas controversias.
Los expertos que defienden este sistema afirman que los robots no sólo sirven como ayudantes, realizando los quehaceres domésticos o recordando la hora de tomar los medicamentos, sino que, principalmente, hacen compañía a los pacientes, pese a que estas máquinas rara vez pueden mantener un diálogo básico. Además, destacan otros beneficios, como el ahorro en los honorarios de enfermería y la satisfacción de los enfermos.
El profesor del Instituto Nacional de Ciencia de la Longevidad de Japón Toshiyo Tamura, publicó recientemente los resultados de un estudio en el que empleó el Aibo de Sony, que se asemeja a un pequeño perro, para estimular a pacientes de edad avanzada, concluyendo que jugar con estos robots “reduce los problemas de conducta y los enfermos ganan tranquilidad mental”.
El investigador de NEC System Technologies Yasuyuki Toki, por su parte, considera desconcertante el hecho de que los enfermos se apeguen emocionalmente a las máquinas y señala que debería estudiarse más a fondo la relación emocional de humanos y máquinas, pensando en el qué ocurrirá una vez que el robot se estropeé si el paciente se ha encariñado con él. Además, considera necesario que ciertos roles sean asumidos por personas de carne y hueso que interactúen con los enfermos cara a cara.